El 11 de abril de 2003, Bagdad, la capital de Iraq, se
convertía en el centro de la atención mundial por la cruzada que el presidente
Bush y sus aliados llevaban a cabo contra el régimen de Sadam Hussein. El
montaje mediático y político lograba su objetivo, y el régimen del dictador
caía tras una batalla que se había calificado de relámpago y que aún hoy, diez
años después, sigue activa.
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La famosa pila de Bagdad, una simple tinaja de barro que pone al descubierto aspectos del pasado totalmente sorprendentes... |
El museo de la capital iraquí, famoso por sus joyas de arte
y arqueología mesopotámicos, se veía afectado por el saqueo. Miles de piezas
salían entonces del edificio, según unos para ser protegidas de los bombardeos
y los estragos de la guerra, y según otros, directamente hacia el mercado
negro.
Entre ellas se encontraba la mítica pila de Bagdad.
Hallada durante unas excavaciones en los años treinta, sigue
siendo objeto de polémica entre los científicos.
A primera vista parece una simple vasija de arcilla, pero el
mecanismo simple encontrado en su interior, compuesto de una varilla y un
cilindro metálicos que posiblemente estuvieron recubiertos de plomo, hacen pensar
en otra cosa.
La teoría de que pudiera haber servido como pila generadora
de electricidad no parece casar demasiado bien con la fecha aproximada de su
fabricación, hacia el año 260 d. C. Parece imposible pensar que en aquella
época y mucho antes –por el hallazgo, precisamente, de otras piezas similares
en yacimientos mesopotámicos– el hombre conociera esta tecnología que, desde
luego en Occidente, no llegó hasta muchísimo después.
El debate sigue, decimos, aún hoy. Los más escépticos creen
que la pila de Bagdad no fue más que un recipiente de otros objetos. Rechazan
algunas de las pruebas que se han llevado a cabo para demostrar su utilidad
como instrumento tecnológico avanzado, y se ríen de quienes apuntan que podría
haber sido utilizada en la construcción, por ejemplo, de las pirámides, y la
decoración de sus interiores.
Como apunte –y sólo como apunte, sin más pretensiones–, recordaremos
la leyenda en torno al Cristo de la Luz, en Toledo, donde, según las crónicas,
el rey Alfonso VI habría encontrado, en la mezquita del mismo nombre, un
crucifijo iluminado por una lamparita incandescente ¡que habría estado funcionando
desde antes de la conquista árabe!
La pena es no saber si dicha lámpara tenía forma de vasija, y
artilugios de metal en su interior…
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