martes, 28 de mayo de 2013

LA PILA DE BAGDAD



El 11 de abril de 2003, Bagdad, la capital de Iraq, se convertía en el centro de la atención mundial por la cruzada que el presidente Bush y sus aliados llevaban a cabo contra el régimen de Sadam Hussein. El montaje mediático y político lograba su objetivo, y el régimen del dictador caía tras una batalla que se había calificado de relámpago y que aún hoy, diez años después, sigue activa.
La famosa pila de Bagdad, una simple tinaja de barro que pone al descubierto
aspectos del pasado totalmente sorprendentes...

El museo de la capital iraquí, famoso por sus joyas de arte y arqueología mesopotámicos, se veía afectado por el saqueo. Miles de piezas salían entonces del edificio, según unos para ser protegidas de los bombardeos y los estragos de la guerra, y según otros, directamente hacia el mercado negro.
Entre ellas se encontraba la mítica pila de Bagdad.
Hallada durante unas excavaciones en los años treinta, sigue siendo objeto de polémica entre los científicos.
A primera vista parece una simple vasija de arcilla, pero el mecanismo simple encontrado en su interior, compuesto de una varilla y un cilindro metálicos que posiblemente estuvieron recubiertos de plomo, hacen pensar en otra cosa.
La teoría de que pudiera haber servido como pila generadora de electricidad no parece casar demasiado bien con la fecha aproximada de su fabricación, hacia el año 260 d. C. Parece imposible pensar que en aquella época y mucho antes –por el hallazgo, precisamente, de otras piezas similares en yacimientos mesopotámicos– el hombre conociera esta tecnología que, desde luego en Occidente, no llegó hasta muchísimo después.
El debate sigue, decimos, aún hoy. Los más escépticos creen que la pila de Bagdad no fue más que un recipiente de otros objetos. Rechazan algunas de las pruebas que se han llevado a cabo para demostrar su utilidad como instrumento tecnológico avanzado, y se ríen de quienes apuntan que podría haber sido utilizada en la construcción, por ejemplo, de las pirámides, y la decoración de sus interiores.
Como apunte –y sólo como apunte, sin más pretensiones–, recordaremos la leyenda en torno al Cristo de la Luz, en Toledo, donde, según las crónicas, el rey Alfonso VI habría encontrado, en la mezquita del mismo nombre, un crucifijo iluminado por una lamparita incandescente ¡que habría estado funcionando desde antes de la conquista árabe!

La pena es no saber si dicha lámpara tenía forma de vasija, y artilugios de metal en su interior…

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