Cuentan
las viejas crónicas que la piedra sobre la que la tradición ordena coronar a
los reyes de Gran Bretaña fue robada a los escoceses por el rey Eduardo I en
1296. Fue durante un saqueo; la piedra ‒un simple bloque de tierra arenisca con
una cruz latina tallada en una de sus caras‒ guardaba, según los antiguos,
ciertas propiedades mágicas, y es, desde luego, uno de los objetos de poder más
sagrados de las islas británicas, además de tener detrás una historia
apasionante y llena de enigmas…
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La Piedra del Destino en su ubicación, durante siglos, bajo el trono de coronación de la abadía de Westminster... |
Durante
siglos, y mucho antes de aquel robo perpetrado por los ingleses, la piedra
había sido utilizada por generaciones de reyes escoceses para su coronación. Decía
la leyenda que era una piedra que gemía, que emitía un grito cuando se sentaba sobre
ella un aspirante al trono que no era el adecuado.
Su
origen, sin embargo, estaba fuera de Escocia.
Parece
ser que había sido traída, a su vez, de Irlanda, en el siglo IX, durante una de
las guerras entre los antiguos escoceses y los habitantes de la isla esmeralda.
La leyenda de aquella isla la vincula con los a la mítica estirpe de los Tuatha
Dé Danann, aquellos misteriosos magos que luego acabarían siendo alzados a la
categoría de dioses, y que procedentes del norte de Grecia –algunos creen que
de Iberia‒ habían conquistado el país en tiempos remotos.
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Las propiedades mágicas de la Piedra podrían deberse, según ciertas leyendas, a sus más antiguos propietarios: los legendarios Tuata Dé Danann, los primitivos colonizadores de Irlanda, mitad hombres, mitad dioses... (Imagen: Riders of the Sidhe, de John Duncan, 1911) |
Para
el historiador inglés afincado en España Mark Guscin, la leyenda entronca más
bien con con el famoso betilo bíblico ‒la piedra de Jacob, la del relato del
Génesis‒; las pistas en torno a esa misma leyenda remiten a Oriente, a un
origen en la tierra hebrea, que por mediación de los fenicios y sus viajes en
la Antigüedad le hubieran llevado a terminar por alcanzar las costas de
Irlanda.
Parece
que algunos textos la sitúan en algún momento del pasado en La Coruña, donde el
investigador sitúa una colonia, precisamente, de los fenicios.
En
1950, un grupo de estudiantes escoceses la robaban de la abadía de Westminster con
el fin de devolverla a tierras escocesas. Era un acto reivindicativo, de
nacionalismo escocés, que terminaba cuatro meses después con la intervención de
la policía y la sospecha de que la piedra, que al parecer se había dañado
durante aquella aventura, había sido, en realidad, sustituida por otra parecida
para dar esquinazo a quienes consideraban sus ilegítimos propietarios.
No
era la primera vez que sobre la piedra caía una sospecha similar.
Había
quien pensaba que la que se había llevado Eduardo I en el siglo XIII ya se
trataba de una falsificación realizada por los monjes de la abadía escocesa de
Scone, de donde era sustraída en aquella ocasión.
No
debía de ser muy falsa, sin embargo, por el empeño que Winston Churchill puso
en su protección durante la Segunda Guerra Mundial.
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Según el historiador Mark Guscin, Churchill ordenó esconder la Piedra del Destino durante la Segunda Guerra Mundial para evitar que, ante una posible invasión alemana, pudiera caer en manos de los nazis... |
Parece
ser que el primer ministro se cuidó bastante de mantenerla oculta de los nazis,
y durante el tiempo en el que se estuvo temiendo una invasión de la isla, dicen
los investigadores, fue convenientemente oculta, enterrada, en la abadía de
Gloucester.
Hoy
en día, y desde 1996, puede ser visitada junto a otras reliquias nacionales en
la ciudad escocesa de Edimburgo. El gobierno británico la devolvió a Escocia
con la condición de que se le permitiera usarla en Londres en la próxima
coronación real.
Tal
vez entonces, con el futuro rey inglés sobre ella, sepamos, si vuelve a gemir
como cuentan las crónicas, que se trata de verdad de la mítica piedra de las leyendas y no una simple falsificación…