La cultura olmeca
es considerada por muchos investigadores como el origen de las grandes
civilizaciones de Mesoamérica. Hay indicios de su existencia de en torno al
1.200 a. C., todos hallados en torno a varios yacimientos del sur de Méjico.
Entre los más importantes y célebres, las gigantescas cabezas que, a decir de
los arqueólogos, aquella civilización construyó para homenajear a reyes o jefes guerreros fallecidos.
El que mira de frente a estas estatuas ve lo que ve... |
Los rasgos
africanos que se aprecian en ellas –labios y nariz gruesa, rostro ovalado– han suscitado la idea de un
posible contacto en el pasado remoto de la humanidad entre América y África, algo que, de momento, no
ha podido ser demostrado científicamente. Al parecer, no existen indicios de similitud entre
los ADN de la población americana y los de ningún pueblo africano.
Pese a todo, los
rasgos están ahí, y cualquiera que se interese por el asunto lo puede
comprobar echando un simple vistazo a las cabezas. Uno mira las estatuas y ve lo que ve. Hay expertos que indican que
los guerreros o reyes representados tienen los rasgos de aquella manera porque fueron idealizados, realizados por el artista para asemejarlos a un jaguar, animal venerado por la cultura
olmeca.
Pero, en cualquier caso, las
pruebas de la presencia africana en América va más allá de estas cabezas. Hay
documentos antiguos que revelan posibles viajes al Nuevo Continente de
embarcaciones del reino de Mali hacia el s. XIV.
Entre ciertas partes de África y ciertas partes de Brasil la distancia no es demasiado larga. Además, las corrientes del Atlántico, que tan bien
conocía Colón, podrían transportar de un lugar a otro grandes embarcaciones o
una balsa que hubiera quedado a la deriva, tal y como demostró Thor Heyerdahl
en el Pacífico.
El ADN puede
rastrear sobre lo que se ha encontrado, sí. Pero, ¿y las evidencias que están
aún por encontrar? ¿Y de lo que permanece oculto, esperando a ser desenterrado?
¿Podían haber sido esos dioses representados por los olmecas gentes que habían
aparecido un día, y que después se habían marchado?
Son preguntas que quizá algún día logren ser esclarecidas.
De momento, sólo podemos especular con que la
presencia de extranjeros en el remoto pasado de América sea, en el futuro, algo así como la Troya de Schliemann
del s. XXI.
es la mejor
ResponderEliminarBuen informe compañero, la verdad es evidente que estas cabezas representan rasgos imposibles para la época y lugar. Personalmente creo que este misterio es mas grande, mucho mas grande.
ResponderEliminarGracias, Sergio.
ResponderEliminarUn saludo
El 22 de Mayo de 1984 se iniciaba una de las grandes proezas del género humano, ese día desde el puerto de Tenerife, 5 Argentinos iniciaban la “Expedición Atlantis”. El objetivo principal de la misión era demostrar que los habitantes de África de hace 3.500 años podían llegar a América con el solo motor de los vientos y las corrientes, y así explicar de manera definitiva el origen de las “Cabezas Olmecas” de Centroamérica con evidentes rasgos de los habitantes de África. El ideólogo de esta aventura era el abogado Argentino “Alfredo Barragán”, quién de chico leyó “Kon-Tiki”, un relato de “Thor Heyerdahl” que trataba de un viaje entre la Polinesia y Perú. Este relato lo persiguió toda su vida, hasta que la teoría de viajes a América 2.000 años antes de Colón, le dio el pretexto para planear la hazaña. La balsa debía ser realizada con los materiales y la tecnología de hace 3.500 años en África, el resultado fue una balsa de 9 troncos de “balsa hembra” atados con ligaduras vegetales, una choza de bambú sobre ella y una precaria vela. La tripulación la componían los abogados Alfredo Barragán y Jorge Manuel lriberri, el comerciante Oscar Horacio Giaccaglia, el camarógrafo Félix Arrieta y el ingeniero agrónomo Daniel Sánchez Magariños. Su plan era partir desde Tenerife hasta Venezuela utilizando solo el empuje del viento y de las corrientes marinas de "Las Canarias", "Nordecuatorial" y "Ecuatorial". Como no poseían timón ni manera de monitorearlos, por si surgía alguna emergencia, informaban su posición a radioaficionados. Partieron el 22 de Mayo de 1984, en el trayecto tuvieron algunos problemas, el primero fue la sobre exposición al sol que les produjo quemaduras y 2 gigantescas tormentas, una a los 15 días de haber partido, con olas de 7 mts de altura, la segunda poco antes de llegar, esta casi hace fracasar la misión, se rompió un puño de la vela que afortunadamente pudieron arreglar. Cuando la guardia le tocaba a Felix Arrieta, este se amarraba a la balsa, ya que no sabía nadar. Luego de recorrer 5.500 Km durante 52 días llegaron al puerto Venezolano de La Guaira, a pesar de no contar con ningún elemento de guía y ninguna posibilidad de modificar el trayecto no se desviaron mas de 20 millas de la ruta. Los científicos e historiadores de todo el mundo se basaron en esta muestra de coraje para modificar y adaptar teorías y derribar prejuicios. Barragán dio por concluido el viaje con esta frase "La oceanografía nos volvió a demostrar que cualquier cosa que flote y caiga al agua en las Canarias, es arrastrada hacia las Antillas, a la entrada del Caribe, esta deriva tarda entre cuatro o cinco meses, con una vela, este tiempo se acorta". La balsa fue transportada a la Argentina y fue exhibida frente al obelisco de Buenos Aires donde el público pudo subir y ver en las condiciones en que estos 5 valientes Argentinos reescribieron una parte de la historia.
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