Seguimos instalados en la
zona noroeste de Estados Unidos, en esta ocasión para viajar hasta Oakville, en
el estado de Washington, una pequeña localidad cuya tranquilidad se veía perturbada
en agosto de 1994 por un extraño fenómeno que aún hoy sigue sin explicación.
¿Qué extraña sustancia fue la que cayó sobre Oakville el 7 de agosto de 1994? |
Según numerosos testigos,
en torno a las tres de la madrugada de aquel día una extraña lluvia comenzaba a
caer del cielo en un perímetro de unos cuarenta kilómetros cuadrados, de una
textura que nada parecía tener que ver con la lluvia convencional –más bien
sólida, de aspecto gelatinoso– que en pocas horas comenzaba a
provocar malestar en algunos habitantes, y más tarde la muerte de algunos animales domésticos.
provocar malestar en algunos habitantes, y más tarde la muerte de algunos animales domésticos.
Eso sería ya de día, con aquellos
síntomas convertidos en algo serio. Una especie de gripe, dirían algunos, que
requeriría en determinados casos incluso la hospitalización.
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Según los primeros
análisis de la gelatina –enseguida hubo quien asoció ambos fenómenos–, realizados
por un microbiólogo del Departamento de Salud del Estado de Washington, la
muestra contenía dos especies de bacterias, una de ella habitual en el aparato
digestivo humano. Esto hizo que desde un primer momento se especulara con que
la lluvia pudieran ser en realidad deshechos lanzados en el aire por algún
avión, algo poco probable en primer lugar porque se trataría de un acto
totalmente prohibido –los deshechos de los baños de los aviones no pueden ser
lanzados en pleno vuelo–, y en segundo lugar, porque aunque así fuera –y es
algo que, por accidente, sí que sucede de vez en cuando– el color de las heces sería azul,
producto de los líquidos con que se mezclan en el W.C.
¿Se trataba, como defendían algunos, de deshechos procedentes de un avión, o de algún tipo de experimento bioquímico? |
En cualquier caso, una de
las afectadas por la lluvia gelatinosa, Dotty Hearn, encargó posteriormente
otro análisis a un laboratorio independiente que, en sus resultados, aseguró
que la sustancia poseía células procedentes de animales vivos, lo que daría pie
a teorías como la de algún tipo de experimentos con bombas por parte del
ejército de EE.UU. en el Pacífico, que habría hecho estallar algún banco de
medusas que, lanzadas así al aire, se habrían mezclado con la atmósfera para
ser devueltas a la Tierra en forma de esta extraña lluvia.
Para la mayoría de los
habitantes de Oakville, todo se debe a algún tipo de prueba militar,
efectivamente, algún programa secreto que –esto sí ya es pura especulación–
quiso conocer los efectos de algún tipo de arma o quién sabe qué, quizá por
error o, como tantos investigadores aseguran, mezclando experimentos
bioquímicos y esos otros –no sé si más o menos aterradores–, que a decir de
tantos buscan efectos no solamente en la salud, sino también en la mente
colectiva y en nuestra forma de reaccionar ante lo insólito.
¿Ustedes qué opinan?
Marcus
Polvoranca
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