¿Existe
el mal, la maldad? Según la medicina psiquiátrica, y la psicología, sí que
existen. También según la historia.
Uno
de los ejemplos más claros son las fechorías y barbaridades cometidas en el
siglo XV por Gilles de Rais.
Gilles de Rais, uno de los más célebres y pioneros psychokillers de la historia... |
Se
trata, según algunos, del primer psychokiller
de la historia; del primer asesino y pederasta que fue condenado y ejecutado
por sus crímenes.
Su
historia delictiva comenzó tarde, aunque ya de joven apuntaba algunas maneras.
Dicen
que fue su abuelo, Jean de Craon el que empezó a forjar su carácter a base de
crueldades y una educación basada en la impiedad; la falta de empatía con los
que consideraba sus inferiores.
Todavía
imberbe, logró grandes éxitos en la batalla. Eran los tiempos de la guerra de
los Cien Años contra Inglaterra; el delfín de Francia, sucesor al trono,
comenzaría enseguida a confiar en él sus más importantes batallones y los
éxitos bélicos le harían célebre.
Su
amistad con Juana de Arco, la heroína de aquellos años, acabaría de forma
turbulenta con la ejecución de aquella por herejía. Cuentan que el final
trágico de su amiga le trastocó, y de alguna manera quedó tocado, desencantado
con las intrigas palaciegas y las traiciones de quienes estaban por encima de
él y no valoraban el heroísmo, la amistad, el coraje, por encima de los
intereses mundanos.
Se
retiró de vuelta a su castillo, el de su familia, y ahí comenzó su leyenda
negra. Como en un cuento de los hermanos Grimm ‒o de Perrault, que de hecho se
basó en él para escribir uno‒ los rumores sobre desapariciones de niños y
extraños ritos celebrados en sus propiedades comenzaron a propagarse por la
comarca.
Cuentan
que el número de víctimas pudo ascender a 150. Durante el juicio que se llevó a
cabo contra él, varios años después, se narraron terribles escenas de sadismo, violaciones,
orgías de todo tipo con esos niños y adolescentes como protagonistas, y episodios de una crueldad extrema que resultan difíciles
de asumir.
Era
un aristócrata, y como tal, tardaron mucho en poder pararle los pies. Las
crónicas refieren que sucedió a raíz del secuestro de un sacerdote, en plena
misa, ante la mirada atónita de los feligreses.
En
realidad, todo fue a cuenta de su hermano, que temía que el ritmo acelerado de
derroche que llevaba el mariscal fuera a terminar con la fortuna familiar.
También por el concurso de algunos enemigos, que deseaban a toda costa terminar
con el poder de De Rais y los suyos.
Los
agentes de la corona encontraron múltiples huesos, rastros de sangre, cadáveres
y pruebas suficientes como para incriminarle y mandarle a la horca.
A él
y a uno de sus principales colaboradores, Francesco Prelati, un afamado
nigromante de la época que al parecer, y según dicen las mismas crónicas,
convocaba demonios y otro tipo de entidades en presencia del mariscal con el
fin de aumentar su poder; llenar de oro las arcas cada vez más vacías de su
siniestro señor.
Murió
en 1440, y con ello todo un reino respiró tranquilo. El mal existe, claro que
sí; tan solo es necesario que se den las condiciones adecuadas para despertarlo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario