Que
las bibliotecas son un lugar mágico es algo que todos sabemos. Cualquier
aficionado a la lectura, o apasionado del conocimiento, o la sabiduría, no
puede evitar sentir siempre un dulce estremecimiento al penetrar en una de
ellas y encontrarse rodeado de libros, de ese silencio sagrado que las envuelve
y que las convierte en auténticos templos de recogimiento, y elevación
espiritual, donde ensanchar el alma literalmente y ser capaces de alcanzar
cualquier cosa que nos propongamos.
Las
bibliotecas son mágicas, sí, pero hay algunas que además están encantadas.
Las bibliotecas son mágicas, sí, y además hay algunas que están encantadas y pobladas por todo tipo de espectros y fenómenos paranormales... |
Una
rápida consulta por Internet nos demuestra hasta qué punto podemos
considerarlas lugares calientes muy propicios a la aparición de fantasmas, y
fenómenos inexplicables, la mayoría de ellas en el mundo anglosajón ‒como suele
ser habitual‒ pero también en otras partes del globo.
Famosos
son los fenómenos que rodean, por ejemplo, a la biblioteca de Michoacán, en México.
Los trabajadores de este edificio aseguran haber visto numerosas veces a una
dama vestida de azul que parece llevar por allí desde el siglo XVI, y que suele
manifestarse como una presencia invisible que camina tras ellos y que incluso
se lanza a susurrarles palabras al oído y que por lo visto, si hacemos caso a
diversas publicaciones, ha llegado a provocar la renuncia de algunos de ellos a
su puesto de trabajo.
No
demasiado lejos, en Venezuela, la biblioteca nacional del país sufre fenómenos
similares, a los que hay que añadir también la caída esporádica (y misteriosa)
de libros de sus estantes.
En
Filipinas ‒uno de los lugares del mundo con más actividad paranormal o, si se
quiere ver de esta manera, uno de los lugares en los que se presta mayor
atención a este tipo de fenómenos‒ destacan los fantasmas de la biblioteca
principal del campus de la Universidad estatal en Quezon City, uno de los más
encantados del país.
Merece
la pena viajar hasta Australia para conocer los múltiples fenómenos que se dan
en la biblioteca del estado de Victoria, en Melbourne. Se habla de una mujer de
aspecto fantasmal que suele ser vista echando un ojo a los libros de la sala
que alberga la colección de arte, de bolas brillantes que aparecen flotando de
vez en cuando sobre las escaleras, y de fenómenos poltergeist en la zona de
lectura o de sensaciones negativas registradas por personas sensitivas en
determinados lugares del edificio, que data de 1856.
El
fantasma de un librero es el culpable de los fenómenos que se dan en la
biblioteca Africana de Kimberley, en Sudáfrica. Se dice que el espectro de la
primera persona que se encargó de trabajar allí, un tal Bertrand Dyer (que se
suicidaba en el siglo XIX bebiendo arsénico) vaga por las diferentes estancias
y, como en la biblioteca de Venezuela, se dedica a lanzar al suelo libros al
azar desde las estanterías junto a las que pasa.
Algo
más pacífico es el fantasma que recorre los pasillos de la biblioteca Marsh de
Dublín, en Irlanda, fundada en 1701 por el arzobispo Narcissus Marsh y
considerada la primera biblioteca pública de aquel país. El bueno de Marsh vaga
desde su muerte por entre las estanterías y hurga entre los libros, dicen, en
busca de una carta perdida de su sobrina, descolocándolo todo durante la noche
aunque procurando, eso sí, que por la mañana todo vuelva a estar en orden,
según revelan los trabajadores del centro.
Y
de Dublín, en Irlanda, abordamos al fin el mundo anglosajón que ya sí que es
más rico en fenomenología, como decíamos al principio. Monjes vestidos con
hábitos, extrañas damas victorianas y antiguos rectores y bibliotecarios pueblan las
viejas librerías de Escocia, Inglaterra o Gales ubicadas en abadías, antiguos
castillos o viejas mansiones. Destacan las luces que se encienden y se apagan
continuamente en la biblioteca de Blackheath, en Londres, los pasos misteriosos
que los bibliotecarios escuchan cada noche en la biblioteca de Gravesend, en
Kent, o la aparición habitual de la reina Isabel I y el rey Carlos I en la
biblioteca del castillo de Windsor, en Berkshire. En Lockerbie, Escocia, un
grupo de estudiantes y sus profesores las pasaban canutas durante una estancia
de una noche durante la Segunda Guerra Mundial en la biblioteca de una casa
señorial, donde al parecer los fantasmas, y los fenómenos paranormales, les
habían hecho imposible conciliar el sueño…
Si
cruzamos el charco, el fenómeno parece multiplicarse y son múltiples los casos
de bibliotecas encantadas referidas en Internet en los territorios de Estados
Unidos y Canadá. Bibliotecas de Montreal, Timmins, en Ontario, o Vancuver, y
Toronto, tienen sus propios fantasmas y leyendas en torno a apariciones y
fenómenos extraños. La de la galería de arte de Toronto, conocida como The
Grange, cuenta ni más ni menos que con tres espectros diferentes que han sido
descritos con profundidad por sus trabajadores y usuarios. En Estados Unidos es
muy famosa la mujer de gris que se aparece a los visitantes de la biblioteca
Willard de Evansville, en Indiana, vinculada a extraños ruidos, olores
desagradables y la desaparición de algunos libros. También los fenómenos
extraños que se dan en la biblioteca de Peoria, en Illinois, ubicada en una
antigua casa señorial, y que ha sido testigo de la muerte de los tres primeros
directores del centro, todos por causas muy extrañas. En la biblioteca de
Bellwood, Nebraska, el fenómeno registrado frecuentemente es el de la aparición
de una mujer en llamas que puede verse a través de una de las ventanas, desde
la calle, y que viene acompañado, además, por subidas y bajadas bruscas de
temperaturas en algunas estancias, junto a ruidos enigmáticos y sin explicación
y ‒dicen quienes han tenido ocasión de escucharlos‒ bastante terroríficos.
Son
una pequeña muestra de un fenómeno que se repite a lo largo y ancho del mundo y
que convierte, como decíamos, a esos pequeños templos del silencio y la
sabiduría en algo más, sobre todo cuando están vinculados a edificios antiguos
con historias truculentas. En España, donde las bibliotecas son algo bastante
extendido y donde existen muchas de ellas ubicadas, precisamente, en lugares
históricos ‒cabe destacar, por supuesto, la que alberga el Alcázar de Toledo, y
que animamos a todos a visitar por muchas razones, especialmente sus magníficas
vistas‒ no hay, a decir de lo que puede encontrarse en Internet, mucha
literatura alrededor de este asunto. Les animamos, pues, a comunicarnos todo lo
que sepan. Hemos oído hablar de los fantasmas de la biblioteca de Elche (que
menciona el blog Librópatas, en un artículo de Raquel C. Pico), pero estamos
seguros de que habrá muchas más. Libros, fantasmas, fenómenos inexplicables…
¿Se puede pedir algo más…? No se corten, y por favor: háblennos de sus bibliotecas embrujadas; sus fantasmas bibliófilos que tengan más cerca...
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