Es tanto lo que desconocemos del pasado del continente americano, que las
teorías acerca de los orígenes de su población antes de la llegada de Colón, la
antigüedad de estos pueblos y sus posibles conexiones en el pasado con gentes
venidas de otros continentes, crecen y crecen sin parar.
La ciencia, que es lenta por naturaleza, se encuentra muchas veces
maniatada ante teorías que la desafían y ponen delante de sus narices
pruebas de cosas que parecen imposibles, pero que son muy difíciles de negar.
¿Estuvo América tan aislada del resto del mundo como nos quieren hacer creer? |
En algún momento más adelante hablaremos del mítico viaje de Rata y Maui,
que siglos antes del nacimiento de Cristo fueron capaces de llegar mucho más
lejos de lo que hasta no hace demasiado se imaginaba uno que podían llegar, por
mar, los hombres de la Antigüedad…
Se ha hablado de africanos en Centroamérica, de vikingos en las costas de
Nueva Inglaterra, en Canadá, y hasta de templarios o chinos en el Caribe.
A muy pocos se les ha ocurrido pensar en el pueblo judío, el pueblo más
viajero de todos, y paradójicamente –o no tanto–, el que posee una de las
tradiciones más antiguas.
¿Pudieron llegar embarcaciones fenicias a las costas americanas? ¿Lo hicieron junto a ellos miembros del pueblo judío? |
Entre ellos, Zecharia Sitchin, autor del ya mencionado en este blog Los
reinos perdidos. Sitchin nos habla de las conexiones que, si se quiere, pueden
encontrarse entre los antiguos pobladores de Judea y las grandes civilizaciones
americanas. En la religión, el arte, conceptos filosóficos… Hasta en la
fisionomía de algunas gentes del viejo continente representadas en
bajorrelieves o cerámica.
Hay quien apunta a que podrían tratarse de descendientes de las diez tribus
perdidas de Israel que menciona la Biblia. Otros, que algunos judíos podrían
haber llegado a América en barcos fenicios. Un pueblo que tiene demostrada de
sobre su habilidad, en el pasado, a bordo de un barco…
Si la ciencia no lo remedia pronto, seguirán saliendo pruebas de todas
partes que contradigan sus preceptos clásicos.
Nos aguardan tiempos de muchas sorpresas…
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