jueves, 29 de noviembre de 2012

EL TÍBET, TERRITORIO SAGRADO DE LOS NAZIS




El nazismo buscó desesperadamente argumentos científicos y espirituales para justificarse. Unas teorías tan absurdas, basadas en un concepto tan poco sólido como la raza, requerían de algo más que palabrería para calar en el pueblo. Rechazaban la religión, y por tanto se vieron obligados a crear una nueva. Rechazaban también aspectos de la ciencia que les contradecían, y por consiguiente hubieron de fabricarse los suyos propios.
¿Qué pretendían encontrar los nazis en aquel territorio de leyendas?

Oriente había sido siempre el lugar hacia el que habían mirado los movimientos espiritistas y demás. El nazismo, que tanto debió al ocultismo en lo teórico, hizo lo mismo.
El techo del mundo, el Himalaya, era según ellos el origen de la raza aria. En realidad, de toda la humanidad, pues aunque desde Darwin se había puesto el ojo en África, el continente negro no interesaba en absoluto.
Existían leyendas que hablaban de una raza de hombres blancos que habían habitado aquellas montañas. Una raza de hombres fuertes, bondadosos, que fueron apartados por los lamas y su religión. Se vincularon estas creencias a otras –a las que se les pretendió dar el carácter de científicas, aunque no lo fueran– que apuntaban a otros reinos helados, y teorías por el estilo. Gigantes, lucha entre el fuego y el hielo, hombres blancos contra todo tipo de males.
El caso es que el origen de su mundo podía encontrarse allí. Las SS, con Himmler al frente, financiaron varias expediciones. Se echó mano de aventureros y antropólogos –también vinculados con mediciones y las atrocidades que después se cometerían en los campos de concentración–, y científicos de ésos que gustaban al régimen de la esvástica.
El objetivo era demostrar las fábulas con las que soñaba el régimen, y glorificar ante todo una ideología que pretendía dominar el mundo. Como asegura Christopher Hale, en su libro La cruzada de Himmler, "...la pasión de Himmler por las civilizaciones perdidas [...] estaba estrechamente ligada a las teorías raciales que postulaban la eliminación de los débiles...".
Después la guerra, y las armas, acabarían con toda aquella pesadilla.
Los aliados, el mestizaje, terminarían derrotando al Reich y sus excéntricas creencias raciales.
Pero, ¿qué hay de cierto, después de todo, en los mitos en los que se fundamentaron aquellos psicópatas?
Por un lado, está demostrado que las lenguas indoeuropeas provienen de aquella zona. Es una realidad, también, que enigmáticos hombres de piel blanca y cabello claro han aparecido por aquellas latitudes. También más allá, en China, y en otros puntos del planeta, con antigüedades que no cuadran con la lógica o con lo que cabría esperar según lo que sabemos.
Son asuntos que aún estar por desentrañar, misterios que aún tenemos que resolver, y tan sólo cabe esperar que quienes estén dispuestos a hacerlo no sean locos y asesinos, y simplemente gente con ganas de saber.
De enriquecer a la Humanidad, tal y como es, y no a destruirla.

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