Cuando los romanos aparecieron por allí, no eran ya más que unas ruinas.
Unas ruinas inmensas, imposibles, que debieron dejarles impresionados. No en
vano, se apresuraron a erigir sobre ellas un templo, dedicado a su adorado Júpiter.
¿Cómo fueron capaces aquellos hombres aquellos inmensos sillares? ¿Poseían una tecnología desconocida, quizá proveniente de algún lugar remoto del espacio? |
Antes, ya lo habían hecho los griegos. Pero ellos, como los romanos, se
habían limitado a aprovechar ruinas anteriores. Antiguas, no sabemos de cuándo,
pero sí que quienes las levantaron debían manejar una técnica que se nos
escapa.
Y es que en Baalbek, al norte del Líbano, encontramos sillares de veinte
metros de largo y más de 2 toneladas de peso. Ir allí y fotografiarse con una
de aquellas moles es suficiente para comprender que hablamos de un absoluto
misterio. Las explicaciones que se han dado para la construcción de las
pirámides egipcias se quedan cortas, y vienen a la mente otros misterios, más
lejanos, como el de Tihuanaco.
Parece claro que la plataforma fue utilizada por un pueblo antiguo para
adorar al dios Baal, un dios creador del mundo que estudiosos como von Daniken
asocian a mitos que recorren el mundo entero, y que hacen referencia a seres
venidos de otros mundos, que habrían sido responsables de la civilización en la
tierra.
Como sea, pocas cosas hay en el mundo más impresionantes que aquellas
ruinas. Y surgen, seguidamente, algunas preguntas: ¿cómo fueron capaces, en el
pasado, de manejar aquellas inmensas piedras? ¿Qué función tenía aquella
plataforma? ¿Cuántas más podría haber en otras partes del mundo, quizá
cubiertas de tierra, formando mesetas que confundimos ahora con formaciones
naturales?
A veces da la impresión que lo que hemos dejado en el pasado es mucho más
incierto que lo que nos acecha en el futuro… ¿No creen?
Una lanzadera para que despegen las naves
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