viernes, 20 de septiembre de 2013

LA PLATAFORMA DE BAALBEK



Cuando los romanos aparecieron por allí, no eran ya más que unas ruinas. Unas ruinas inmensas, imposibles, que debieron dejarles impresionados. No en vano, se apresuraron a erigir sobre ellas un templo, dedicado a su adorado Júpiter.
¿Cómo fueron capaces aquellos hombres aquellos inmensos sillares?
¿Poseían una tecnología desconocida, quizá proveniente de algún lugar remoto del espacio?

Antes, ya lo habían hecho los griegos. Pero ellos, como los romanos, se habían limitado a aprovechar ruinas anteriores. Antiguas, no sabemos de cuándo, pero sí que quienes las levantaron debían manejar una técnica que se nos escapa.
Y es que en Baalbek, al norte del Líbano, encontramos sillares de veinte metros de largo y más de 2 toneladas de peso. Ir allí y fotografiarse con una de aquellas moles es suficiente para comprender que hablamos de un absoluto misterio. Las explicaciones que se han dado para la construcción de las pirámides egipcias se quedan cortas, y vienen a la mente otros misterios, más lejanos, como el de Tihuanaco.
Parece claro que la plataforma fue utilizada por un pueblo antiguo para adorar al dios Baal, un dios creador del mundo que estudiosos como von Daniken asocian a mitos que recorren el mundo entero, y que hacen referencia a seres venidos de otros mundos, que habrían sido responsables de la civilización en la tierra.
Como sea, pocas cosas hay en el mundo más impresionantes que aquellas ruinas. Y surgen, seguidamente, algunas preguntas: ¿cómo fueron capaces, en el pasado, de manejar aquellas inmensas piedras? ¿Qué función tenía aquella plataforma? ¿Cuántas más podría haber en otras partes del mundo, quizá cubiertas de tierra, formando mesetas que confundimos ahora con formaciones naturales?

A veces da la impresión que lo que hemos dejado en el pasado es mucho más incierto que lo que nos acecha en el futuro… ¿No creen?

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