El Archivo de la Nación de Méjico, situado en la capital de
aquel país, esconde uno de los episodios más extraños de la Inquisición,
probablemente uno de sus secretos mejor guardados…
En enero de 1540, el Santo Oficio llevaba a cabo, en lo que
entonces se llamaba Nueva España, el juicio contra Pedro Ruiz Calderón, un
sacerdote misionero español que durante un tiempo había estado jactándose de
todo tipo de poderes sobrenaturales. Entre otras cosas, aseguraba tener el
poder de recorrer en un instante miles de leguas, pasearse de un continente a
otro con un simple chasquido de dedos, o hipnotizar a personas, logrando anular
su voluntad y hacer con ellas lo que quisiera.
Fray Juan de Zumárraga, uno de los más implacables inquisidores del Nuevo Mundo, pareció pasar por alto los "pecadillos" de Ruiz Calderón. |
Durante el juicio, el sacerdote explicó haber aprendido todo
esto del mismísimo Diablo. Decía haber logrado descender por una cueva hacia lo
más profundo de la Tierra y allí, en pleno Infierno, haber recibido clases del
maligno.
Lo extraño de su historia no es haber dicho éstas y otras
barbaridades. Tampoco que, en el ejercicio de sus actos diabólicos, se hubiera
excedido con algunas mujeres.
Lo que más llama la atención del caso es que la
Inquisición, que en aquella colonia española estaba comandada por entonces por
el implacable fray Juan de Zumárraga, le condenara a una pena que, en
comparación con sus “delitos”, nos parece hoy en día más bien ridícula.
Ruiz Calderón fue, según se desprende de la sentencia,
condenado a regresar a España. Se le prohibió ejercer como sacerdote un par de
años, y nada más.
Cualquier estudioso sensato dirá que quizá no fue más que un
intento de tapar un escándalo de proporciones inmensas. De aquella forma, se
evitaba darle mayor publicidad al asunto.
Otros, menos conformistas, preferimos ir más allá.
¿Y si lo que contaba Ruiz Calderón era cierto? ¿Y si sus
poderes quedaron demostrados, de alguna forma, y se le hizo regresar a España para que los más importantes
estudiosos de la época pudieran aprender de él?
No olvidemos la época, pleno Renacimiento…
Y el dato de que de Ruiz Calderón poco más se llegó a saber…
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