Debía de ser aterrador vivir en el s. X y atisbar, en el lejano
horizonte de mar azul, la vela cuadrangular de una nave vikinga.
¿Poseían los vikingos algún tipo de tecnología que les permitía orientarse en el mar sin brújula? |
Aquello sólo podía significar la inminencia de un ataque
cruento, violento y sin piedad, perpetrado por hombres salvajes de pelo
trenzado y largas barbas, expulsados de su dura y fría tierra nórdica hacia la
búsqueda de un buen botín al que hincarle el diente.
Fueron el terror de una Europa hundida en las miserias de lo
que había quedado del desmembramiento del Imperio romano. Aunque salvajes, y
cruentos, el éxito de su expansión no es achacable sólo a factores como la
sorpresa, o el arrojo.
Desde siempre, desde que comenzaron a desenterrarse antiguas
embarcaciones, quedó claro que se trataba de un pueblo avanzado en lo marítimo.
Los drakkars vikingos, aquellos estilizados veleros de poco
calado impulsados por viento, o por los esforzados remeros que viajaban en
ellos, eran capaces de alcanzar una enorme velocidad, navegar tanto por mar
abierto como por ríos, y varar, si era necesario, en una playa resguardada para
hacer noche.
Con ellos, los vikingos lograron desplazarse miles de
kilómetros de su zona de origen. Hasta el sur de Europa, penetrando hasta
Sevilla; más allá de Kiev, atravesando del Danubio hacia el mar Negro… y puede
que hasta Norteamérica, la península del Labrador, si atendemos a las pruebas y
a ciertas crónicas…
Pero, ¿fue lo único? ¿Había algo más?
Las leyendas hablan de un cristal mágico que ejercía de
brújula. Ciertas sagas remiten a un objeto de este tipo, con cualidades
sobrenaturales, capaz de reflejar de una manera determinada los rayos del sol,
e indicar latitud, longitud, y demás.
Siempre se ha creído que todo esto era pura fantasía.
Inventos, exageraciones de los cronistas…
Pero ahora, en pleno siglo XXI, los científicos nos dicen
que no, que aquellas descripciones pudieron haber estado basadas en un objeto
real. La conocida como Piedra del Sol ha podido ser encontrada entre los restos
del naufragio de un buque inglés del s. XVI. Se cree que el objeto podría haber atravesado varias generaciones y haber seguido utilizándose por descendientes de siglos posteriores.
Nos llaman a la calma, a que esperemos a los resultados,
pero resulta muy difícil… ¿Quién puede abstenerse de fantasear? ¡Una piedra
mágica, capaz de reflejar los rayos del sol de una determinada manera, para
calcular la posición y orientarse en el océano!
Es algo, sencillamente, fascinante.
Y abre la puerta, creemos, a otros descubrimientos que, sin
duda, nos sorprenderán en el futuro…
No hay comentarios:
Publicar un comentario