lunes, 6 de mayo de 2013

EL ENIGMA DE LA MOMIA NEGRA


En 1958, el arqueólogo italiano Fabrizio Mori sorprendía al mundo anunciando el hallazgo de una momia en el corazón del desierto del Sáhara. De una momia, además, cuya datación era imposible cuadrar con lo que hasta ese momento se sabía de momias, pues tenía 5.000 años de antigüedad, mil más que las más antiguas que se habían hallado en Egipto.
El árido Sáhara, en el remoto pasado un vergel, oculta, bajo la ardiente arena,
fascinantes misterios...

Era, para mayor estupefacción de la comunidad académica, la momia de un niño de piel negra, quizá procedente del sur del continente.
¿Qué se podía hacer con este hallazgo?
Evidentemente, suponía tener que reescribir la historia. Los egipcios, desde luego, no habían sido los primeros del continente en comenzar a practicar momificaciones. Quizá tampoco los primeros en desarrollar allí, en aquella zona del mundo, una sociedad avanzada.
Alrededor del hallazgo había pruebas de una sociedad mucho más antigua y muy civilizada. Un pueblo que habitó no el desierto que hay ahora allí, sino un clima menos riguroso, con lluvias, vegetación y ríos, lagos, y todo lo demás. De ganaderos, pero también de comerciantes. Lo suficientemente desahogados de la lucha contra la naturaleza como para dejar constancia de obras de arte, pinturas y bajorrelieves que aún pueden contemplarse en paredes de colinas y grutas.
El niño de Muhuggiag –como se conoce el hallazgo, por el lugar en que fue encontrado–, es tan sólo una advertencia. Una pequeña muestra que ha salvado el paso de los siglos. Pero, ¿qué no habrá bajo las arenas del desierto, que en su momento fue un vergel? ¿Qué no en otros lugar hoy verdaderamente inhóspitos, que en su momento pudieron ser habitados?
En realidad, no somos más unos niños resabiados que se acaban de comprar un telescopio. El Universo está lleno de incógnitas, algunas que vemos y otras, la mayoría, que ni llegamos a atisbar. Misterios que, como este hallazgo, o las inquietantes pinturas de Tassili, en Argelia, ponen nuestra atención en ese remoto punto del planeta.
Por eso, por sorpresas gratas como ésta, la Arqueología es una ciencia tan fascinante y, el pasado, el mayor misterio de todos…

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