lunes, 14 de diciembre de 2020

MITOLOGÍA PULP (Parte III): PIRÁMIDES MURCIANAS

 

Que levante la mano el que no haya caído alguna vez fascinado por la teoría de los alienígenas ancestrales. Aunque solo haya sido por unos segundos, durante un instante; han de reconocer que no hay quien se resista al embrujo de ese primer contacto.

Es una religión postmoderna; muy volátil, como todo en nuestros tiempos.




Una mezcla de ciencia, de razonamientos extremos, y de la fe caprichosa de quienes, como nosotros, hemos sido despojados de toda fe.

Las pruebas están por todas partes, nos dicen sus sacerdotes. Un pasado lleno de enigmas, de enigmas que la ciencia dice responder pero no responde.

¿Quiénes construyeron las pirámides? ¿Cómo fueron posibles grandes civilizaciones sin el concurso de nuestra ciencia moderna, de nuestra mente superior occidental?

La respuesta, dicen, está en las estrellas. En ese mundo más allá de nuestra atmósfera que fue la última conquista del siglo XX: los "otros mundos" del más allá; los extraterrestres...

El fenómeno OVNI, que es casi tan antiguo como esta teoría, da la primera clave. Ellos vinieron ya hace milenios; sentaron las bases de lo que somos; nos transformaron «a su imagen y semejanza». Nos hicieron hombres, esto es, nos situaron por encima de la creación o, en el mejor de los casos, nos situaron en un punto intermedio entre la creación y esa divinidad.

Son el Dios de la Biblia, de los antiguos textos gnósticos; podemos encontrar su rastro en la mitología egipcia, en la maya, en la sumeria; en la antiquísima mitología hindú.

Y la clave, tal vez, esté en que se trata de algo que llevamos dentro; una suerte de habilidad innata: la de ser capaces de elaborar nuestra propia mitología.

De ahí que, con un poco de pericia, y de tiempo, podamos encontrar rastro de esos padres ancestrales en cualquier parte.

En el documental Pirámides murcianas, que según me cuentan mis amigos, sus creadores, está ahora disponible en Amazon Prime, se intenta hacer arte ‒a través del humor, que es la más refinada de las artes‒ de esta circunstancia.

¿Por qué no hallar restos de aquel misterio insondable en Murcia? ¿Es esta tierra acaso menos que la vieja Mesopotamia, que las orillas del Nilo, o que las enigmáticas selvas de Centroamérica?

Pirámides murcianas tiene algo de El Quijote en ese aspecto; de películas como “El astronauta” (dirigida por Javier Aguirre en 1970 y protagonizada por Tony Leblanc) o de nuestro querido padre Ventura, el personaje real e histórico y que nos sirvió para crear al de nuestras novelas, y su pasión extrema por llevar a su vida las cosas que tanto le fascinaban en los libros.


Algo del espíritu del documental flota sobre el padre Ventura
y sus aventuras toledanas. La línea entre los sueños y la realidad,
la fantasía y la historia real puede llegar a ser muy fina...


El humor, que es un signo de inteligencia, no debe estar jamás reñido con la ciencia. Reírnos de nosotros mismos es una forma divertida de conocernos mejor, de conocer nuestros defectos y errores.  De mejorar. Muchos, sin tener en cuenta esto, verán hiriente el documental, porque ataca de forma despiadada algunas de las conclusiones más absurdas de esta teoría. Quienes se califican de escépticos, disfrutarán por todo lo contrario, sin percatarse de que muchos hallazgos, muchos avances en la ciencia histórica, arqueológica, han sido alcanzados por soñadores que, por ejemplo, creyeron en la veracidad de un relato fantástico sin pies ni cabeza que luego resultó verídico, cargado de verdad histórica, o supieron ver una pirámide donde todos los demás no veían más que una montaña, como es el caso de algunas pirámides mayas.

Así que nada, no hablaremos más. Vean el documental y saquen sus propias conclusiones. Desde aquí no haremos proselitismo más que de lo de siempre: de leer y conocer sin límites, pensar con amplia libertad, y tratar de mirar el mundo con inteligencia y un poco de humor…

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