No
hace falta que digamos que se trata de uno de los cuadros más famosos del
mundo. Tal vez el más reconocido, el que a buena parte de la población mundial
le vendrá a la mente cuando piensan en arte y concretamente en pintura. Está en
París, en el museo del Louvre, aunque su artífice fue italiano. Ni más ni menos
que Leonardo Da Vinci.
¿Quién era realmente la mujer representada en el cuadro más famoso de Leonardo Da Vinci? ¿Qué enigmas se esconden tras su misteriosa sonrisa? |
Aunque
se trata de una obra del Renacimiento italiano, del s. XVI, no sería hasta
mucho más tarde que le llegaría el reconocimiento. Da Vinci había viajado con
ella hacia el final de su vida hasta Francia, para ponerse a las órdenes de
Francisco I, que la adquiriría para su colección personal, y tras haber pasado
un tiempo olvidada, y haber sido rescatada posteriormente por Napoleón
Bonaparte ‒que dicen que la colocó en su dormitorio‒ se convertiría en el mito
que hoy es a partir del s. XIX, a medida que el interés por sus misterios fuera
creciendo.
El
primero de estos enigmas es la obsesión que el artista pareció tener por este
cuadro. No lo firmó, ni lo fechó, y parece ser que jamás se desprendía de él.
Los expertos indican que pudo tardar cuatro años en componerlo, aunque es de
imaginar que siguió trabajando en él hasta mucho después
No
se sabe quién exactamente está representado en el retrato. Se dice que Lisa
Gherardini, la esposa de un mercader florentino, pero también que pudo haber
sido la madre del artista ‒con quien parece tener algún parecido físico‒ o el
propio Da Vinci, representado en ella como mujer en un extraño juego artístico
que, para algunos, trataba de exponer así su lado femenino, o su presunta
homosexualidad.
Hay
letras y números ocultos en sus ojos. Sólo pueden verse al microscopio ‒las
tesis más oficiales las niegan, por pensar que son interpretaciones erróneas de
manchas de pintura‒ que muestran en un ojo la “L” y la “V” ‒de Leonardo Da
Vinci, es de suponer‒ y una “C” y una “E” ‒o una “B”, según las versiones‒, en
el otro, que ya parece más difícil de interpretar.
De otro lado están los propios misterios puramente artísticos, como el uso del sfumatto que convierte la sonrisa de la protagonista en un enigma en sí mismo ‒no se sabe si sonríe o se mantiene seria, dependiendo de cómo se la mire‒, y hace que el paisaje que se representa detrás modifique, con la manera en que ha sido ejecutado, la visión también del rostro y del cuerpo de la Gioconda.
De otro lado están los propios misterios puramente artísticos, como el uso del sfumatto que convierte la sonrisa de la protagonista en un enigma en sí mismo ‒no se sabe si sonríe o se mantiene seria, dependiendo de cómo se la mire‒, y hace que el paisaje que se representa detrás modifique, con la manera en que ha sido ejecutado, la visión también del rostro y del cuerpo de la Gioconda.
Hay
un puente a la derecha de esta figura que podría estar haciendo alusión a unas inundaciones
que se dice que tuvieron lugar en Bobbio, al norte de la actual Italia, en 1472
‒72 es de hecho un número que parece estar presente, también, sobre el puente
de piedra, de manera disimulada‒; para nosotros, amantes de la simbología, el
puente es un símbolo muy sugerente que indica conexión entre dos mundos ‒como
la vida o la muerte, o el mundo de lo real, y el de la ensoñación‒ al igual que
el camino, que es otro elemento simbólico que se sitúa a la izquierda de la
figura.
Y es
que Leonardo, como toda la gente culta de su época, era un verdadero iniciado
en los saberes ocultistas que buscan reflejo constante en la mayoría de sus
obras.
Es,
en nuestra opinión, la mejor manera de abordar sus misterios ‒como tuvo el
acierto de señalar Dan Brown, y otros antes, o después, en sus trabajos‒ y que
de forma más exacta, más aproximada, pueden hacernos comprender el carácter
enigmático de la Gioconda, mujer enferma, maltratada, embarazada y triste, para
algunos ‒los más escépticos, alzados sobre los hombros de los estudios científicos
y médicos que se han realizado sobre el cuadro‒, y mujer en trance, en pleno camino
hacia el otro lado, el de la elevación espiritual, para quienes vemos más real
y factible el Leonardo alquimista y mago…
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