Dice Lorenzo Fernández Bueno que anduvo durante mucho tiempo
esperando a que le llegara una buena historia para lanzarse a escribir una
novela. Que nunca, hasta que llegó a sus oídos la historia que sustenta El vampiro de Silesia (Minotauro, 2013), había sentido esa magia necesaria para que uno se lance a la aventura de componer un relato largo de ficción.
Es, desde luego, mucho decir para alguien que, como Fernández
Bueno, lleva tantos años en esto del misterio, y de tantas y tantas cosas habrá oído hablar.
Todo comienza en la pequeña isla veneciana de Lazzaretto Nuovo... |
La historia en cuestión comienza en el año 2006, con un un grupo de arqueólogos excavando en un islote de la laguna de
Venecia. El objetivo era desenterrar, para su análisis, algunos de los cadáveres
que reposaban en una fosa común, producto de una epidemia de peste del s. XVI. Entre
los cadáveres –ninguno agradable, cabe suponer– hallaron uno que resultó especialmente
llamativo, por lo que contaremos a continuación.
Se trataba de los restos de una mujer joven, que presentaba signos
de haber sido torturada antes del fallecimiento. Tenía la tráquea rota y, entre
los dientes, con una boca forzada al extremo, aparecía un ladrillo atravesado
hasta la garganta.
Las investigaciones apuntaron enseguida a que debía de
tratarse de alguna especie de ritual, y pronto salió a relucir el tema del
vampirismo.
¡La mujer había sido considerada por sus contemporáneos como
un chupasangre, un primo hermano de Drácula!
Al parecer, era un ritual muy habitual en la época. Sobre
todo cuando había una plaga de por medio.
(En Polonia, particularmente en la zona de Silesia, han sido hallados otros cadáveres similares, que habían sufrido torturas parecidas...)
La vampiresa de Venecia no ha sido el único "cadáver de vampiro" hallado en Europa en los últimos años... |
(En Polonia, particularmente en la zona de Silesia, han sido hallados otros cadáveres similares, que habían sufrido torturas parecidas...)
El vulgo, ya se sabe, reclama siempre respuestas inmediatas.
Y el poder las proporciona gustoso, siempre y cuando no le
salpiquen sus consecuencias…
Y he aquí lo que le pasó a esta mujer.
Es, desde luego, una historia verdaderamente terrorífica, que pone los
pelos de punta si se piensa en ella en un ambiente propicio, como puede ser la
propia ciudad de los canales. En una noche de bruma, paseando en solitario con
el murmullo del agua y el silencio húmedo, y algo inquieto, de los traicioneros
callejones…
Y aunque se nos den explicaciones racionales, y se nos digan
los porqués de la superstición del vampirismo, y eso de que todo parte de las sensaciones que, en el pasado, provocaba abrir un féretro y encontrarse dentro un cadáver que, tras la muerte, había experimentado cambios, o que aparecía con la boca sanguinolenta, uno no puede dejar de estremecerse al ver la foto del cadáver que se encontró
en el islote de Lazzaretto Nuovo, y pensar que aquella calavera forzada, y aquel
ladrillo que se encuentra entre sus dientes, formaron parte, hace varios
siglos, de una escena que debió ser peor, seguro, de lo que somos capaces de recrear en nuestras peores pesadillas…
Y es que no hay ficción que pueda con la macabra realidad que nos acompaña desde que el mundo es mundo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario