El Santo Grial es, como la Mesa de Salomón o el Arca de la
Alianza, una reliquia mítica envuelta en leyendas, donde la realidad y la
ficción llevan mezclándose siglos para deleite de creyentes y no creyentes,
escépticos o amantes del misterio.
En estricto sentido literal, hablamos de la copa en la que
Jesús bebió en la última cena.
Un objeto que aparece mencionado en la Biblia, con gran
significado litúrgico pero nada más, y que con el tiempo adquiere otros muchos
significados.
Las leyendas del Grial nos hablan de un objeto mágico, no sabemos si real... |
La principal leyenda, la que lo vincula a José de Arimatea y la sangre de Cristo, surge con los escritores del ciclo del rey Arturo. Con Robert de Boron, o Chretièn de Troyes, el Grial adquiere un significado mágico, que para los expertos está vinculado a ciertas tradiciones celtas, que hablan de un caldero divino, receptáculo de sabiduría.
Luego vendrían los cátaros, que al parecer tendrían este
objeto como talismán, o quizá como algo más…
La imaginación posterior le confiere un significado que va
más allá de la propia reliquia. Precisamente vinculándolo a ciertas herejías,
como la cátara, se quiere ver en esta leyenda, esta veneración a la copa
sagrada, receptora de la sangre del Mesías, una metáfora de algún tipo de
secreto, relacionado con la Iglesia, que para algunos podría ser la estirpe del
propio Jesús quien, casado con María Magdalena (no la prostituta que pintan los
Evangelios, sino otra muy diferente) habría tenido descendencia.
La copa sería María Magdalena, y el secreto, esa estirpe
oculta, escondida, quizá perdida con el genocidio cátaro…
Los nazis, con su interés por ésta y otras reliquias, impulsaron
la creencia firme en estas y otras leyendas.
Quizá sólo ponían el ojo en algo muy antiguo que, como las vírgenes
negras, no era más que la transformación, el maquillaje de algo mucho más
antiguo, más incluso que Jesús o que los celtas.
Un símbolo de la Humanidad entera y su gran misterio, ése de
que formamos parte de un todo que constantemente se recicla a base de seres
mortales, receptáculos de un continuo que fluye, como un río.
Pero eso es ya parte, si se quiere, de la filosofía y otras
disciplinas del divagar de la mente.
Para los amantes del misterio, queda la leyenda y las
verdades a medias de la Historia.
Y esos extraños vasos que pueden contemplarse en algunas
iglesias europeas, de entre los que el más inquietante, en nuestra opinión, es
el de Valencia…
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