La muerte del presidente
Kennedy puede considerarse la primera conspiración para todos los públicos de
la historia. Fue la primera que el mundo entero pudo presenciar en directo,
cómodamente desde sus televisores. Antes que la de la llegada a la Luna o la
del tristemente célebre atentado de Nueva York.
¿Murió Kennedy como consecuencia de su intención de revelar importantes secretos de Estado? |
Como todos los buenos
aficionados a la novela negra saben, no existe el crimen perfecto. Tampoco la
conspiración perfecta, y menos en un mundo de medios de comunicación de masas
incipientes como eran los años sesenta. Cualquiera pensaría que quienes
diseñaron aquella estafa actuaron como unos chapuzas, y sin embargo, a tenor de
los resultados que podemos ver décadas después, lo cierto es que no andaban
desencaminados.
Da igual que una
operación así salga mal. Que todo sean incógnitas, que los únicos detenidos o
sospechosos mueran unos detrás de otro. Algo parecido a lo que ha ocurrido no
hace mucho en Boston…
En el caso de Kennedy, la
impostura llega a tal nivel que lo mismo da contar que Oswald, el presunto
asesino, disparase mejor que cualquier tirador de élite que se preciase. O que
aparezcan fotografías de presuntos vagabundos que andaban por los alrededores y
que fueron detenidos, cuyo aspecto nada parece tener que ver con alguien que
vive en la calle, y sí con agentes bien peinados y rasurados de la CÍA...
La verdadera incógnita no
es ya si la muerte de aquel representante del pueblo americano fue un fraude.
Lo que importa, ahora en 2013, es saber quién lo hizo. Y por qué.
Las teorías son
múltiples, y es que aquella época era muy convulsa. Lucha de las minorías de
raza negra, guerra de Vietnam, conflicto con Cuba, la Guerra Fría…
Todas, cosas que podían
resolverse de manera política. Los enfrentamientos en la cúspide del poder
siempre son tensos. Imaginamos que allí arriba, en esos ámbitos, la lucha ha de
ser feroz.
¿Pero tanto como para
llegar a matar al presidente? ¿Y delante de todos?
Lo que viene a
continuación es una hipótesis, nada más que una hipótesis…
¿Y si el poder en la
sombra, que tanta literatura ha generado, quisiera dar un toque de atención a los
presidentes venideros sobre la conveniencia de preservar ciertos secretos?
¿Y si Kennedy, más allá
de politiqueos e infidelidades extramatrimoniales, lo que habría pretendido
antes de morir hubiera sido revelar al pueblo secretos que nadie cuenta?
¿Y si hubiera amenazado
con hacer público el contenido de ese archivo que, según Santiago Camacho y
otros expertos en conspiraciones, va pasando de unos presidentes de EE.UU. a
otros en el momento del relevo?
¿Podría ser?
(Qué más quisiéramos que
saberlo…)
Quizá, en su maldad, le devolvieron su amenaza con una paradoja: matándole físicamente de la misma manera que el quiso desenmascararlos...
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