Según los
arqueólogos, las líneas que pueden contemplarse en el desierto de Nazca, uno de
los más áridos del mundo, fueron trazadas mucho tiempo antes del desarrollo de
la civilización Inca. Su función no está muy clara, pero la mayoría de expertos
coinciden en afirmar que podría tratarse de una especie de centro ceremonial,
de una representación religiosa para pedir a las divinidades la llegada de las
lluvias, que tan preciadas debían ser en un lugar como aquel. En los dibujos,
de proporciones gigantescas y que casi únicamente pueden ser apreciados desde
el aire, aparecen todo tipo de animales, incluyendo aves, mamíferos y ballenas,
–e incluso un mono, que para muchos demuestra la conexión del pueblo que
realizó estos geoglifos con otras culturas de Mesoamérica–, pero también
representaciones antropomorfas, casi todas dibujadas no sobre la llanura, sino
sobre las colinas circundantes.
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Los dibujos representados en Nazca son sólo visibles claramente desde el cielo. |
Las líneas,
claro, habían estado ahí desde siempre. Cuando los españoles llegaron al lugar
se percataron de su existencia, pero sólo llegaron a conjeturar que las líneas
podían conformar una especie de carretera. Fue mucho más adelante, hacia los
años treinta del s. XX cuando comenzaron a investigarse de forma seria. Desde
entonces se ha hablado de que podrían ser una especie de mapa celestial
señalando constelaciones, o que podrían constituir algún tipo de conjunto de
vías de agua (desde hace siglos el lugar posee una red de acueductos subterráneos
muy bien conservada y funcional). Pero fue el suizo Von Däniken, autor de best
sellers como Recuerdos del futuro el que comenzó a ponerle imaginación al
asunto y a asegurar que las líneas de Nazca no eran otra cosa que pistas de
aterrizaje para extraterrestres.
Aunque la teoría
puede provocar alguna que otra risa, no es descartable que quienes trazaron
aquellas líneas estuvieran pensando en seres de otros mundos en el momento de
iniciar aquella tarea. Los dibujos, se diga lo que se diga, sólo pueden
apreciarse claramente desde el cielo. Sus enormes proporciones están calculadas
para que el dibujo se vea a larga distancia y, ¿quién puede negar que su
factura, de elegantes formas geométricas, tiene el objetivo de mostrar de forma
clara y concisa el concepto que representa? No hace muchas décadas, nuestra propia
civilización envió un dibujo de similares características al espacio para
tratar de entrar en contacto con posibles vidas extraterrestres…
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Los geoglifos aparecen también representados en otras culturas del norte y el sur del continente americano |
En el sur de
California, en EE.UU., existe un yacimiento arqueológico conocido por el nombre
de “Blythe
Intaglios” en el que
formas algo más toscas, pero de similar factura, fueron elaboradas por una
cultura también desaparecida. Hay geoglifos también en el Amazonas, y en diversos
lugares del norte de Chile. Parece una práctica que caló muy hondo en el
continente americano, aislado durante milenios de lo que ocurría en Eurasia.
¿Qué pudo ocurrir allí en el pasado? ¿Puede tener algo que ver, tal y como mantuvo
Von Däniken, con dioses llegados del cielo? ¿Podrían estas prácticas decirnos
algo más sobre el pasado desconocido de los hombres que acabaron poblando aquel
continente?
La respuesta,
quizá, no la sepamos nunca…
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