Oí
hablar por primera vez de Roberto Frassinelli mientras daba los primeros pasos
de mi RECONQUISTA MÁGICA. Es un personaje único, singular, parcialmente
desconocido; un perfecto ejemplo de morador del No-mundo, esto es: de personaje
fronterizo, heterodoxo, cuya vida transita a mitad de camino entre la leyenda y
el hecho histórico, real y contrastable, y cuya principal característica ‒su
pertenencia al No-mundo‒ le llevó en un momento dado a dar la espalda a su
tiempo, a los hombres y mujeres de su época, para ir a dar con sus huesos hasta un
paraje agreste, recóndito, en busca no sabemos muy bien de qué, aunque debamos
confesar que de algún modo lo intuimos…
Con
él inauguramos una serie de artículos que nos llevarán a conocer a unos cuantos
de estos moradores del No-mundo.
Roberto Frassinelli (1811-1887) |
Su
leyenda, la de Frassinelli, arranca con su llegada a España a mediados del
siglo XIX, en 1836. Poco se sabe de su pasado, aunque se especula con la
posibilidad de que viniera huyendo de la justicia alemana por su vinculación
con ciertos grupos de carácter revolucionario, misterioso y secreto, como la
«Sociedad de los Jinetes del Fuego».
Dicen
que era dibujante; que pudo haberse ganado la vida como marchante de arte
durante algunos años, y que su llegada a Asturias habría venido propiciada por su
matrimonio con la hija de una familia de Corao, propietaria en Madrid de una
librería.
Roberto
«el Alemán», como se le conoció desde el principio en esta remota aldea próxima
a Covadonga, destacaba entre los oriundos de la zona no solo por su origen
diferente, su acento peculiar, sino también por sus curiosas extravagancias.
Cuenta
Juan García Atienza ‒que anduvo por la zona hace muchas décadas, recopilando
información entre quienes, generaciones después de su llegada, todavía
comentaban sus peripecias‒ que el peculiar personaje frecuentaba una cueva
próxima a la localidad en la que había hecho instalarse una mesa de trabajo
para leer, dibujar o simplemente meditar en la soledad y el silencio de aquel lugar
subterráneo de indudable pasado pagano: le siguen llamando hoy día la "Cueva del Cuélebre".
Durante
semanas y meses abandonaba la aldea para echarse al monte con apenas unas
mazorcas de maíz y una escopeta, y todavía hoy existe una senda que lleva su
nombre y que conduce al caminante hacia los lagos de Covadonga, donde gustaba
de pasear y de bañarse en las frías aguas de una poza que también ha sido
bautizada con su apodo.
El
maestro Atienza sugiere que «el Alemán» era experto radiestesista; que gracias
a sus conocimientos fueron halladas en la zona ciertas ruinas y parajes
megalíticos que habían permanecido siglos ocultos bajo la maleza; hasta un
túnel subterráneo del que guardan aún memoria los lugareños, aunque sea
imposible de localizar en los tiempos actuales.
La Basílica de Covadonga, un extraño edificio construido en base a los diseños originales de Roberto Frassinelli |
A
él se debe el diseño y los planos de la basílica construida en el santuario de
Covadonga, que no construyó directamente a causa de no disponer de titulación
oficial como arquitecto. Un edificio extraño, que a decir de los expertos, guarda en sus relaciones geométricas y ciertos detalles algo de la arquitectura simple y
enigmática del reino astur y, a decir de ciertos iniciados, las medidas y
proporciones y cualidades mágicas de todos ellos, auténticos canalizadores de la energía que mana a raudales en aquella tierra de leyenda, que Frassinelli tanto empeño puso en conocer, vivir y preservar...
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