lunes, 27 de julio de 2020

MORADORES DEL «NO-MUNDO» (Parte I): ROBERTO FRASSINELLI, «EL ALEMÁN» DE CORAO



Oí hablar por primera vez de Roberto Frassinelli mientras daba los primeros pasos de mi RECONQUISTA MÁGICA. Es un personaje único, singular, parcialmente desconocido; un perfecto ejemplo de morador del No-mundo, esto es: de personaje fronterizo, heterodoxo, cuya vida transita a mitad de camino entre la leyenda y el hecho histórico, real y contrastable, y cuya principal característica ‒su pertenencia al No-mundo‒ le llevó en un momento dado a dar la espalda a su tiempo, a los hombres y mujeres de su época, para ir a dar con sus huesos hasta un paraje agreste, recóndito, en busca no sabemos muy bien de qué, aunque debamos confesar que de algún modo lo intuimos…
Con él inauguramos una serie de artículos que nos llevarán a conocer a unos cuantos de estos moradores del No-mundo.

El alemán que descubrió Covadonga | El Comercio
Roberto Frassinelli (1811-1887)
Su leyenda, la de Frassinelli, arranca con su llegada a España a mediados del siglo XIX, en 1836. Poco se sabe de su pasado, aunque se especula con la posibilidad de que viniera huyendo de la justicia alemana por su vinculación con ciertos grupos de carácter revolucionario, misterioso y secreto, como la «Sociedad de los Jinetes del Fuego».
Dicen que era dibujante; que pudo haberse ganado la vida como marchante de arte durante algunos años, y que su llegada a Asturias habría venido propiciada por su matrimonio con la hija de una familia de Corao, propietaria en Madrid de una librería.
Roberto «el Alemán», como se le conoció desde el principio en esta remota aldea próxima a Covadonga, destacaba entre los oriundos de la zona no solo por su origen diferente, su acento peculiar, sino también por sus curiosas extravagancias.
Cuenta Juan García Atienza ‒que anduvo por la zona hace muchas décadas, recopilando información entre quienes, generaciones después de su llegada, todavía comentaban sus peripecias‒ que el peculiar personaje frecuentaba una cueva próxima a la localidad en la que había hecho instalarse una mesa de trabajo para leer, dibujar o simplemente meditar en la soledad y el silencio de aquel lugar subterráneo de indudable pasado pagano: le siguen llamando hoy día la "Cueva del Cuélebre".
Durante semanas y meses abandonaba la aldea para echarse al monte con apenas unas mazorcas de maíz y una escopeta, y todavía hoy existe una senda que lleva su nombre y que conduce al caminante hacia los lagos de Covadonga, donde gustaba de pasear y de bañarse en las frías aguas de una poza que también ha sido bautizada con su apodo.
El maestro Atienza sugiere que «el Alemán» era experto radiestesista; que gracias a sus conocimientos fueron halladas en la zona ciertas ruinas y parajes megalíticos que habían permanecido siglos ocultos bajo la maleza; hasta un túnel subterráneo del que guardan aún memoria los lugareños, aunque sea imposible de localizar en los tiempos actuales.

Covadonga - Basílica de Santa María la Real 08.jpg
La Basílica de Covadonga, un extraño edificio construido en base
a los diseños originales de Roberto Frassinelli
A él se debe el diseño y los planos de la basílica construida en el santuario de Covadonga, que no construyó directamente a causa de no disponer de titulación oficial como arquitecto. Un edificio extraño, que a decir de los expertos, guarda en sus relaciones geométricas y ciertos detalles algo de la arquitectura simple y enigmática del reino astur y, a decir de ciertos iniciados, las medidas y proporciones y cualidades mágicas de todos ellos, auténticos canalizadores de la energía que mana a raudales en aquella tierra de leyenda, que Frassinelli tanto empeño puso en conocer, vivir y preservar...

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