lunes, 2 de diciembre de 2019

LOS CRÍMENES DE LAS CARAS SONRIENTES



Hay que reconocer que, desde el punto de vista argumental, la historia no tiene desperdicio. Otra cosa es ya la realidad, los inconvenientes que sobre ella han puesto muchos investigadores y la opinión en contra del FBI ‒que considera que las pruebas que se alegan son muy escasas, y como cogidas con pinzas‒, aunque ello, todo esto, no quita para que merezca mucho la pena hablar un poco del asunto.


¿Quién está detrás de los enigmáticos crímenes de las caras sonrientes? ¿Algún asesino en serie,
o la simple casualidad?


Es muy posible que no hayan oído hablar de este caso. En Estados Unidos se hizo muy popular a comienzos de este año, en 2019, por la emisión de una serie documental dedicado a él. Sus protagonistas son dos agentes de policía de Nueva York y un profesor de criminalística que, tras analizar decenas de muertes por ahogamiento en lagos del medio oeste americano, llegaban a la conclusión de que muchos de ellos podían haber sido perpetrados por uno o varios asesinos en serie, basándose en la similitud de circunstancias que se daban en todos ellos, y un detalle particular, muy llamativo, que era la aparición, muy cerca del lugar del crimen, de pintadas en las que aparecía siempre una cara sonriente
Todas las víctimas son varones. Todos, o casi todos, jóvenes atractivos, atléticos, estudiantes de instituto, que desaparecían siempre tras una noche de juerga en bares o fiestas con amigos, y que tras varios días de desaparición eran encontrados flotando sin vida sobre el agua de algún lago o algún río cercano.
Lo que habitualmente era resuelto por la policía como un simple accidente ‒los cuerpos de los jóvenes presentaban siempre síntomas de embriaguez‒, pasaba, según estos investigadores, a algo mucho más serio cuando se ponían en relación con otros crímenes similares y, sobre todo, con esas pintadas características.

A comienzos de este año, en 2019, un canal de televisión de Estados Unidos
abordaba el caso, y popularizaba la teoría de Gannon y Duarte.

Los crímenes, según Kevin Gannon y Anthony Duarte ‒los referidos investigadores‒ habrían estado desarrollándose entre finales de los años noventa del siglo pasado y fechas tan recientes como 2010. Las pruebas, según concluyen en su análisis, apuntan a uno o varios asesinos en serie ‒que estarían trabajando juntos‒ y que podrían ser perfectamente hombres y mujeres. Creen firmemente que las víctimas (cuyo número llegaría a 45, o incluso más) fueron siempre secuestradas, o atraídas con engaños; que en todos los casos fueron drogadas a posteriori, y que finalmente habrían sido arrastradas a los lagos o los ríos donde fueron encontradas para finalmente ahogarlas.
Las caras sonrientes serían simplemente la firma de este asesino o asesinos…
Como decíamos, se trata de una teoría que ha encontrado fuerte oposición entre otros expertos en criminalística. Creen que la vinculación entre los diferentes casos que presentan Gannon y Duarte es muy débil, y sobre todo, consideran que las pintadas con caras sonrientes son un elemento demasiado común, que es posible encontrar en miles de localizaciones de todo el mundo, y que habría un gran porcentaje de probabilidades de encontrar una en el entorno de cualquier crimen…
Las víctimas, aseguran, sufrieron simplemente accidentes, causados por su embriaguez. Los elementos tóxicos encontrados en sus cuerpos eran productos de aquella juerga previa a su muerte. El que fueran jóvenes, estudiantes, una circunstancia sólo estadística ‒los jóvenes, piensan, beben en exceso muchas veces, son tendentes a la falta de precaución, a la temeridad‒, y además se da la circunstancia de que hay quien considera a Gannon, uno de los policías impulsores de esta hipótesis, sospechoso de querer ganar notoriedad con sus investigaciones…
¿Ustedes qué opinan?

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