por Marcus Polvoranca
Seguimos
esta semana con lugares especiales, extraños, posibles puertas a otras dimensiones.
En
esta ocasión, para viajar hasta Escocia, y detenernos en uno de los lugares más
misteriosos de las islas Británicas: el puente de Overtoun, conocido por muchos
como el puente de la muerte.
Situado
en las proximidades de la localidad de Dumbarton, lleva varias décadas siendo
tristemente célebre por la enorme cantidad de perros que, al atravesar su
recorrido, parecen sentir una inexplicable tendencia a saltar sobre el muro que
protege a los viandantes, y...
lanzarse hacia el río que pasa por debajo.
lanzarse hacia el río que pasa por debajo.
Según
los cronistas locales, son ya cincuenta los animales que en los últimos
cincuenta años han sucumbido a este extraño impulso; más raro si cabe si
tenemos en cuenta el aún más extraño hecho de que la mayoría lo haga en un
lugar concreto del puente, un tramo final situado en la parte derecha del
puente.
Las
explicaciones, claro, son muchas, centradas principalmente en las propiedades
mágicas del lugar: corrientes telúricas subterráneas que despistan a los
animales, ruidos imperceptibles que sólo ellos pueden escuchar; demonios,
fantasmas, misteriosas fuerzas de origen desconocido…
Desde
el lado científico, parece haberse aceptado la investigación llevada a cabo por
un experto en comportamiento animal, que aseguraba que aquellos «suicidios
perrunos» podían estar vinculados con la presencia de visones americanos en la
zona desde finales de los años cincuenta, lo que, sumado a ciertas
características propias de lecho del río que pasa por debajo ‒una garganta
estrecha, de profundas paredes‒, habría estado provocando concentraciones de
olores que, en última instancia, harían a los perros lanzarse al río en busca
de esas posibles presas.
Aunque
esta teoría explique muchos de los aspectos del misterio ‒por qué sólo se han
lanzado al vacío perros de determinadas características; cazadores
fundamentalmente‒ deja en el aire otras muchas, como el hecho, también, de que
no todos los perros de estas características se lancen al pasar por el puente,
o por qué se trata de un fenómeno que no se produce en otras partes del mundo.
Como
curiosidad añadida, decir que una de las investigaciones llevadas a cabo por
una psíquica en el lugar arrojó la inesperada conclusión de que no sentía nada
especial allí salvo calma y serenidad. Todo lo contrario que el joven de 32
años que, en 1994, arrojaba a su bebé de pocos meses al vacío en aquel mismo
puente, asegurando que el pequeño era el mismísimo Anticristo…
Ya
saben, amigos de las mascotas. Un lugar bello e inquietante que evitar, a no
ser que sean amigos de las emociones fuertes…
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