por
Marcus Polvoranca
Un
verdadero fan del misterio tiene, casi por obligación, que ser escéptico. No un
escéptico, de los pertenecientes a esa extraña corriente de renegados que
gritan, se desesperan y pierden más tiempo en combatir a los que ellos
consideran «embaucadores» que a cultivar esa ciencia a la que tanto dicen
venerar, sino escéptico, es decir, alguien que simplemente exigen un mínimo de
pruebas para aceptar una afirmación como válida o inasumible.
Es
algo inevitable, como forma de no convertirse uno en un simple creyente, capaz
de tragarse cualquiera de las cosas ‒en ocasiones aberrantes, o directamente
risibles‒ que aparecen a diario por Internet, y sí, en cambio, disfrutar (que para eso, y no para otra cosa, estamos aquí) de la inigualable
delicia que supone el rastrear, explorar o investigar en el terreno fértil y
verdaderamente enriquecedor de lo insólito, mucho mayor de lo que a muchos
‒esos «escépticos», precisamente‒ les gustaría admitir.
Es
ahí, en esta noble premisa de ser escéptico sin caer en ningún tipo
de fundamentalismo, donde entran libros como el Para entender a los extraterrestres, una verdadera joya prácticamente inencontrable que nos enseña a dudar ‒y curiosamente a amar, aunque a su manera‒ estos temas que tanto a ustedes como a mí nos apasionan.
de fundamentalismo, donde entran libros como el Para entender a los extraterrestres, una verdadera joya prácticamente inencontrable que nos enseña a dudar ‒y curiosamente a amar, aunque a su manera‒ estos temas que tanto a ustedes como a mí nos apasionan.
Stoczkowski,
su autor, un antropólogo polaco ‒como no podía ser de otra manera, aunque se
pretenda mostrar imparcial‒ amante de los ovnis, los fenómenos paranormales y
el danikeísmo ‒como llama a lo largo del libro a la disciplina encargada de
revisar la historia desde el punto de vista de los dioses astronautas‒, hace un
repaso a la historia de este tipo de creencias desde un punto de vista
respetuoso ‒sin burla, con verdadera objetividad‒ mostrándonos los orígenes
turbios de determinadas creencias ‒que culminan, en nuestros tiempos, con los
reptilianos‒, y que pasaron en su momento por la teosofía de Blavatsky, las
logias precursoras del nazismo en Centroeuropa, y el éxito comercial de autores
como Däniken, Charroux o más recientemente Graham Hancock, o David Icke ‒cada
uno con sus matices, claro; cada uno en su estilo‒ dando a cada uno lo que
quizá se merece, y contando cosas que seguro ‒a mí, desde luego, sí‒ le
parecerán al lector «iniciado» más que interesantes.
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Como
que el «inventor», de alguna forma, de los platillos volantes, Raymond A.
Palmer, el redactor de la revista «Amazing Stories» recibió en su momento, allá
por los años cuarenta, serias críticas de los seguidores de la publicación por
publicar como verídica una ficción de título «Recuerdos de Lemuria», que no lo
era, o que el éxito de Däniken se fundamenta en el trabajo de otros autores
anteriores, menos conocidos y exitosos, cuya idea el suizo «tomó prestada», y
que en absoluto fue planteada de forma original por él, pues sus raíces se
hundían en la ciencia ficción y la tradición esotérica del siglo XIX,
modernizada, eso sí, a través de la Era Espacial y el desarrollo de la
astronomía.
Todo,
como decía, sin faltar el respeto y llevando a cabo esa sanísima gimnasia
mental que consiste en separar, como se dice, el grano de la paja; sin
predicar, ni llamar tonto al que duda o al que se plantea ideas alternativas; sin insultar, ni
tratar de meter el hocico sabihondo planteando argumentos de oídas, sino
tratando de comprender ‒que es de lo que, en definitiva, se trata‒, desde el
punto de vista que a uno le toca por formación, y abriendo los ojos a una
maravilla que, en definitiva, es, cualquier caso, el mundo del misterio, y que en
el peor de los casos, de ser sólo mera fantasía ‒como me gusta repetir siempre‒ es una muestra rica, y digna
del mayor de los respetos, de nuestro más moderno folkclore.
Muy de acuerdo, es fascinante el mundo del misterio Y mucho más interesante resulta el compartir el tema con todos aquellos, que al igual que yo, son inquietos por los enigmas y los sucesos inexplicables.
ResponderEliminarMuy de acuerdo. Es fascinante el mundo del misterio y más interesante resulta compartir nuestras ideas con todos aquellos, que al igual que yo, somos inquietos por los enigmas y los fenómenos paranormales. Jaime Gómez Ortiz. Colombia
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Jaime. Un fuerte abrazo desde España
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