martes, 29 de julio de 2014

EL CASO “PERFECTO” DEL OVNI DE MANISES



Noche del 11 de noviembre de 1979. Un avión de pasajeros de la desaparecida compañía TAE se ve obligado a realizar un aterrizaje en el aeropuerto de Manises, en Valencia, tras haber estado a punto de colisionar con un objeto volante no identificado que registran los radares y que, en principio, se cree puede ser un avión en problemas que tiene dificultades para tomar tierra.
El objeto, que los radares identificarían como 3 aparatos distintos, había desafiado todas las normas básicas de vuelo.

¿Fueron las luces que obligaron a aterrizar al avión de Manises las procedentes
de algún prototipo militar que el ejército de EE.UU. probaba en noviembre de 1979
en el Mediterráneo?

Tanto, que las autoridades deciden poner en marcha un plan de emergencia, y se envía un avión de combate para perseguir a los no identificados.
El testimonio del piloto de ese avión, el capitán Fernando Cámara, lleva inquietando a escépticos y no escépticos que abordan este caso desde entonces.
Y es que la explicación oficial –o, digamos, la más comúnmente aceptada, porque la realidad es que no hay tal explicación oficial hasta el momento sobre qué diablos eran aquellas luces– entiende que aquello que hizo aterrizar al avión de Manises debió ser algún tipo de aparato militar, probablemente americano, que por aquel entonces –dicen los datos aportados por diversos investigadores– andaba de pruebas por esa zona del Mediterráneo.
Pero es que el capitán Cámara, en su testimonio, asegura que aquellas luces que perseguía cambiaron varias veces de color. También que le obligaron a acelerar su aparato hasta el límite, y que durante toda la persecución jugaban con él de una manera inusual, poniéndose delante de él para instantes después estar detrás, de forma totalmente inesperada y fuera de toda lógica
De manera que nos encontramos ante posiblemente uno de los casos OVNI más inquietantes de la historia de la ufología, un caso sin explicación que, a decir de opiniones autorizadas, quizá nunca podremos resolver.

Como en otros casos OVNI, la experiencia cambiaría, para bien o para mal,
la vida de los testigos o de quienes, de una u otra manera, estuvieron
implicados en este caso.

Porque para ello nos faltan aún muchos datos, muchas informaciones imprescindibles para descartar, como decía en aquella célebre cita Arthur Conan Doyle, todo lo posible y quedarnos sólo con lo imposible, aquello que la razón y el sentido común aún no puede admitir.
Tan sólo un dato significativo que los buenos aficionados a los no identificados sabrán pillar al vuelo: como en tantos y tantos casos OVNI, los testigos o aquellos que de alguna manera se vieron implicados en este asunto, dejaron de ser los mismos después de aquella experiencia. Algunos para mejor; otros, como los pilotos del avión que tuvo que aterrizar de emergencia, parece que no salieron muy bien parados. La compañía, sin ir más lejos, dejó de existir poco después de aquel incidente.

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