Hablar del pasado remoto de la humanidad equivale, la mayoría de las veces,
a desconocimiento. Sólo suelen perdurar las grandes obras, los edificios
gigantescos, y casi siempre en ruinas. Para saber qué ocurrió hay que hacer un
enorme ejercicio de imaginación, apoyándose en escritos que hayan perdurado,
objetos enterrados y ocultos que no siempre están completos.
De la Grecia clásica tenemos bastante, pero no suficiente. Sabemos que
quienes vivieron aquella época eran gente lista, cuyo pensamiento fundamenta el
de toda nuestra cultura occidental. De ellos cabe esperarse cualquier cosa.
Cualquier cosa, menos que fueran capaces de fabricar un ordenador.
La apariencia del mecanismo de Anticitera sugiere un diseño moderno, y no un antiguo aparato fabricado por griegos o por romanos. |
Cuando a principios del s. XX se halló en el lecho marino que separa las
islas de Citera y Creta el objeto más tarde conocido como mecanismo de
Anticitera, sus descubridores no podían salir de su asombro. Entre los restos
de un naufragio que incluía hermosísimas estatuas de bronce y gran cantidad de
cerámicas, aparecía un objeto extraño de metal, de diseño algo complejo, que enseguida hacía pensar en
otra época más reciente. Era imposible que aquello estuviera allí, y sin
embargo, estaba.
Según quienes han investigado el mecanismo –incompleto, por otra parte–,
podría haberse tratado de un sistema para predecir movimientos estelares y
planetarios. Una especie de aparato para hacer cálculos astronómicos. Se habla
de astrología, pero también –y esto es una conclusión muy reciente–, de un
aparato para calcular cuándo había que celebrar los juegos olímpicos, un evento
que tenía lugar durante la primera luna llena más próxima al solsticio de
verano de cada cuatro años. También de que quizá hubiera podido formar parte de
un gran reloj de agua situado en Atenas, construido según un diseño de
Arquímedes.
Todo son especulaciones, pues, como decimos, el aparato encontrado está
incompleto. El misterio sigue ahí, y abre los ojos a quien se niega a ir más
allá, en cuanto al pasado, sobre qué fueron capaces de hacer nuestros
ancestros. Los nuestros, y los de otras partes del mundo. ¿Qué puede haber por
ahí enterrado? ¿Qué ocultan las ruinas, los lechos marinos testigos de miles de
naufragios? ¿Y América? ¿Qué queda por desentrañar del pasado americano?
Más que rendirnos, la perspectiva de nuevas máquinas de Anticitera nos hace
sentir ganas de frotarnos las manos…
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