Al morir, en
marzo de 1905, Julio Verne dejaba tras de sí no sólo una extensísima obra
literaria, si no, además, multitud de anécdotas, datos y enigmas, que siguen dando aún
hoy material de estudio para los amantes del misterio.
El tipo, todo un
genio de las letras, prolífico y de gran imaginación, era también un aficionado
a lo oculto. Se ha hablado mucho de su pertenencia a la sociedad de la Niebla,
y a cómo dicha sociedad habría dado nombre a una de sus más célebres
creaciones, el inolvidable Phileas Fogg (fog, en inglés, como todo el mundo sabe,
significa niebla). También de su curiosa tumba, llena de símbolos y mensajes
ocultos, que J.J. Benítez se encarga de descifrar en su libro Yo, Julio Verne, o de las casualidades
–algunos prefieren llamarlas profecías– que salpican muchos de sus libros.
Entre ellas, las
que tienen que ver, por ejemplo, con la llegada del hombre a la luna. En la
obra De la tierra a la luna, Verne
imagina un cohete similar al de 1969, que despega de un lugar próximo a Cabo
Cañaveral, en Florida, y que vuelve a la tierra también, como aquél, cayendo al
mar.
Otras de sus profecías están relacionadas con
tecnología que en su época no era más que un sueño, y que el tiempo ha ido
haciendo realidad. Es curioso repasar las páginas de su enigmática obra Paris en el siglo XX –que permaneció
inédita durante más de cien años–, en la que imagina una capital francesa en
cuyo subsuelo transita un sistema de metro, con calles iluminadas por un
eficiente sistema de iluminación eléctrica, donde el teléfono es algo de uso
cotidiano, y las calles se ven repletas de coches con motores de explosión.
Hay que decir,
también, que Verne era un hombre muy informado. De una gran capacidad de
trabajo, que le llevó a publicar una enorme bibliografía. Entretuvo, y sigue
entreteniendo, a gentes de todas las edades. El capitán Nemo, los protagonistas
de la Isla Misteriosa, el propio Willy Fogg, son parte de la cultura
occidental, y eso no hay quien se lo quite. Supo transmitir su amor por la
aventura, los viajes, las maravillas de la ciencia, y el misterio…
¿Tenía, además,
acceso a información privilegiada?
Eso, quizá, sería
quitarle mérito. De momento, sus previsiones de cara al futuro han estado, por
lo que parece, bastante acertadas. Y si quiso ser misterioso, novelista hasta
el final, fue probablemente su logro más perfecto…
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