jueves, 28 de julio de 2016

LECTURAS IMPRESCINDIBLES (III): TOLEDO Y LA MESA DE SALOMÓN, de José Ignacio Carmona Sánchez

por Marcus Polvoranca

Yo buscaba un libro sobre Toledo y sus leyendas, y este título salió de pronto a mi paso.
Como en la vida las personas, los libros surgen sin que los esperemos, y para el buen lector hay una historia que contar detrás de la bibliografía que acompaña a nuestra biografía, repleta de anécdotas y de la sospecha ‒cada vez mayor en mí, a medida que pasa el tiempo‒ de que todo ese conjunto de casualidades que conforman nuestra historia no lo son tanto, y parecen seguir un plan que se nos escapa pero que está ahí, que podemos descubrir analizándolo todo desde cierta perspectiva.

Apareció ‒el libro, digo‒ una mañana de octubre, o de noviembre, paseando, como tantas otras veces siempre que puedo, por el casco histórico de Toledo. Estaba expuesto en el exterior de una librería 


hoy desaparecida, en un lugar muy próximo al que sirvió de localización para la librería de Samuel ‒quienes hayan leído La gran pirámide invertida de Toledo sabrán de lo que hablo‒, por supuesto, en la parte de la ciudad que tiempo atrás sirvió de asiento a la población judía, muy cerca de San Juan de los Reyes y poco también de la calle de Santo Tomé, que aparece también en mi novela.
Yo no conocía al autor, tampoco sabía mucho de la temática de la que trataba ‒ahora, de tanto documentarme al respecto, sé un poco más‒ pero lo compré ‒o mejor he de decir, me lo regalaron, posiblemente en cuanto vieron que mi vista se fijaba en él‒ y ahí comenzó la sorpresa pues, aunque de primeras me sentí un poco decepcionado porque no parecía centrarse demasiado en Toledo ‒tonto de mí, iluso, tenía una limitadísima visión de lo que Toledo es, de lo que Toledo significa‒ luego, con el tiempo, y las relecturas, serviría para asentar en mí muchos conceptos básicos que ya forman parte de mi pensamiento, y que creo que me están siendo bastante fructíferos o quizá lo sean en el futuro.


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Magia, esoterismo, tradición antigua, simbolismo, todas esas cosas las comprendo ahora mejor gracias a este libro. Como una primera amante, un primer libro ha de abrirnos el paso o inocularnos el veneno de algo para abrir los ojos a un determinado tema, y de la misma manera, con agradecimiento y lealtad, uno ha de saber reconocérselo colocándolo ‒al libro y, en su caso, al autor‒ en el lugar que les corresponde.
Si hay un sueño que persigo personalmente, como literato, es poder formar parte, algún día, de esa cadena de títulos y afinidades que conforman el mundo mágico de los libros. Que alguien algún día, ahora, o dentro de mil años, pueda citar un libro mío y decir, como yo digo ahora de este, que fue la primera piedra de un pensamiento, una imagen, una comprensión. Que aquellas palabras que junté en su día sirvieron para algo, aunque fuera un breve instante de belleza o inspiración. 
Ahora que vivimos en un mundo tan ajetreado, tan volátil, donde nada tiene tiempo de asentarse y todo es fugaz, anónimo, rápidamente olvidable, se hacen más necesarias que nunca cosas tan, a priori, pasadas de moda, como el reconocimiento. También otras como detenerse a escuchar a las piedras; inclinarse sobre los viejos libros y reflexionar sobre lo fundamental del pensamiento que nos dejaron los sabios, los antiguos,  y que tan lejos parecen estar de la cultura y el ruido que nos rodea. 
Tal vez pueda parecer, a ojos modernos, una pérdida de tiempo, pero con buenos iniciadores como Carmona Sánchez,  la tarea, si no nos lleva enseguida a la Verdad, nos procurará, en el peor de los casos, una buena ristra de datos interesantes...

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