El mundo sigue siendo, pese a todo, un lugar extraño. El
asunto del vuelo de Malaysia y muchos otros, que ocurren a la vuelta de la esquina,
así lo atestiguan.
Uno a veces tiene la sensación de que, cuanto más avanza
esta nueva era de la información, cuanto más crece ese racionalismo de bites y supercherías intelectuales, y esa soberbia –que siempre, así lo demuestra la Historia, acaba en un
batacazo impresionante– más nos dejamos atrás lo fundamental, lo más básico y
necesario.
Ocurre con las cosas más sencillas.
¿Qué es la piedra negra? ¿Es alquimia? ¿Es magia? ¿O simplemente la sabiduría de la naturaleza que sólo se revela a quien acude a ella con humildad? |
Un constipado, por
ejemplo. Un simple dolor de garganta.
Frente a los medicamentos sofisticados, auspiciados por
costosísimos trabajos de laboratorio, pruebas y –también hay que decirlo– elaboradas campañas de promoción y comunicación, asombra ver la eficacia del
tradicional potingue elaborado con miel y limón, tan sencillo, tan simple, que
uno cree, cuando lo está tomando, que no servirá absolutamente de nada.
No es esto, ni mucho menos, un alegato hacia medicinas
tradicionales en contra de la medicina científica. Nada más contrario a la
verdad.
La medicina de nuestros días es, pese a todas las críticas
que se le pueda hacer, uno de los mayores logros de nuestra civilización; la
que ha permitido una mejora en la calidad de vida y que el que escribe, como
muchos otros, no se haya muerto de una simple gripe, por ejemplo, o esté libre
de infecciones y taras que en el pasado han hecho la existencia imposible a sus
antepasados.
Pero hay que decirlo, también, en ocasiones se mira
demasiado el ombligo. O se deja llevar por quienes andan en las esferas altas
–y oscuras– del poder, y hace oídos sordos a remedios que no producen
beneficios contantes y sonantes, porque son muy fáciles de elaborar, o porque simplemente no
requieren de la presencia de un intermediario, léase, uno de esos brujos modernos de bata blanca.
Esto es quizá lo que ocurre con la piedra negra.
Un trozo de hueso, elaborado con fuego, y carbón, que al
parecer salva vidas en África desde cientos de generaciones.
Y que los misioneros belgas conocen muy bien.
Por su simple aplicación -nada más sencillo que eso- sobre una mordedura de serpiente o de cualquier otro bicho;
al parecer, termina con el veneno, y la amenaza de éste, casi milagrosamente.
La piedra negra lleva salvando vidas en África desde cientos de generaciones, o eso al menos aseguran aventureros, exploradores, y algunos investigadores... |
Es, según Douchan Gersi, aventurero y escritor autor del
interesante y revelador Sabidurías invisibles (Martínez Roca, 1992),
uno de esos misterios del ser humano que no parecen tener sitio en nuestro
mundo de apariencias.
Donde los prodigios, y las maravillas, ¡ay!, son una cosa rara, que no deben de querer que interese a nadie...
DESEARIA QUE PUBLICARAN POR FABOR MAS INFORMACION DE LA CONSTRUCCION DE LA PIEDRA (CURATIVA )NEGRA PUES ES UNA ALTERNATIVA PARA CURAR QU POR LO QUE VEO APARTE DE EFICIENTISIMA ES BARATA:GRACIS DE ANTEMANO
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