martes, 1 de abril de 2014

JACK “EL DESTRIPADOR” O LA ANTÍTESIS DE SHERLOCK HOLMES


El Londres de finales del s. XIX era un lugar húmedo, cubierto por la niebla, lleno de rincones mugrientos donde el crimen, y las más bajas pasiones del ser humano, se mezclaban con un cosmopolitismo que hacía converger en esta ciudad a personas y culturas de todo el mundo. Esta Babel que con tanto acierto retrataron escritores como Conan Doyle, Chesterton, o nuestro amado Robert Louis Stevenson, era el escenario perfecto para todo tipo de fábulas, algunas muy reales y escabrosas, reverso tenebroso de la abundancia mercantil y las riquezas que llegaban de todos los rincones del Imperio.


Los crímenes atribuidos a Jack "El destripador" provocaron un gran revuelo
y temor en todo Londres...
Pero Jack “El destripador”, o Jack “The Ripper”, como se le conoce en su tierra, no era un personaje de ficción. Sus crímenes, al menos, eran de verdad.
5 muertes, según algunas investigaciones; 11 según otras.
Un solo asesino o varios, no se sabe.
Como no se sabe el motivo, la relación con las asesinadas –todas mujeres–, ni si el que escribió la famosa carta a un periódico de la ciudad, atribuyéndose los crímenes bajo el nombre de “Jack” tenía verdadera relación con todo el asunto, o era un simple bromista… O interesado en armar el revuelo que se armó.
Y es que las incógnitas siguen abiertas. Las investigaciones del momento no dieron ningún resultado. Tampoco las posteriores.
Se habla de cirujanos, de maníacos, de un pintor, hasta de la casa real británica
Una de las teorías más sugerentes, habla de masones.
Asegura que 5 de las asesinadas fueron degolladas por un método que aparece descrito en los rituales masónicos. 5 que, además, tenían relación entre sí. Y quizá también con un miembro de la realeza…
Pero no es la única, claro está. Todas aparecen llenas de datos. Verídicos, en principio.
Pero es tal la confusión que, como habitualmente ocurre, cabe pensar que la solución no es ninguna de ellas.
La intervención de Sherlock Holmes, seguro, habría permitido encontrar una solución.
¿Quizá la de su creador, Arthur Conan Doyle, fue la correcta?
La solución suele ser sencilla, prosaica. Como en los relatos del Padre Brown.
¡Ay, si Sherlock Holmes hubiera estado presente en las investigaciones!
Precisamente su creador, sir Arthur Conan Doyle, puso la lupa sobre algún clérigo, o una mujer. Alguien que, en definitiva, despistase totalmente por su candor a las fuerzas de la ley…

Como en una de sus novelas…

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