jueves, 28 de febrero de 2013

EL MANUSCRITO VOYNICH




La magnífica biblioteca de la Universidad de Yale, en EE.UU., acoge una extraordinaria colección de libros raros, cada uno de los cuales podría protagonizar perfectamente una novela tipo El club Dumas o así. (No en vano, es la universidad en que trabaja Indiana Jones). Entre todos ellos, considerado algo así como la joya de la corona, se encuentra el enigmático Manuscrito Voynich.
A primera vista, el Manuscrito Voynich parece un manual de farmacopea.

Según los expertos, parece tratarse simplemente de un libro sobre farmacopea. Las pruebas del Carbono 14 lo datan hacia la primera mitad del s. XV, y los dibujos que incluye parecen estar dedicados a plantas y flores, en su mayor parte.
Sin embargo, está escrito en un idioma totalmente desconocido, cuya traducción resulta del todo imposible. Se ha especulado con que pudiera haber sido elaborado con algún tipo de código, o incluso que podría tratarse de una simple broma, pero los lingüistas han rechazado de plano esta posibilidad.
Las especulaciones en torno a él, por tanto, son innumerables. Se habla de alquimia, de saberes ocultos que sobrepasan cualquier imaginación. Se atribuye su autoría a Roger Bacon, al famoso oscurantista John Dee, e incluso a magos de la Alta Edad Media que pudieron –en base a algunos de los dibujos que incluye el libro– conocer la existencia de América antes de la llegada de Colón, o incluso de la energía nuclear.
Los extraños dibujos que acompañan a los textos
hacen plantearse todo tipo de teorías acerca de su significado

El caso es que el libro es un completo misterio, y no parece que haya esperanza de poderlo descifrar de momento. Se han probado todo tipo de métodos, sin obtener jamás resultados convincentes. Ni los prestigiosos descifradores de códigos de la II Guerra Mundial pudieron sacar nada en claro. Una de las teorías más aceptadas –y no por ello menos enigmática– podría ser que el autor del libro fuera algún personaje llegado del extremo oriente, que escribiera el libro en su lengua materna, aunque con un alfabeto inventado. ¿Para qué? Quizá sólo para ocultar su saber a los profanos.
Un saber demasiado valioso, que sigue, como otros grandes misterios, a la vista de todos y a la vez oculto…

jueves, 21 de febrero de 2013

LAS MENINAS: EL MAYOR MISTERIO DEL PRADO




Aprovechando que Javier Sierra estrena estos días su “El maestro del Prado”, no parece estar de más hablar del protagonista absoluto de la pinacoteca madrileña, Diego Velázquez, y de una de sus pinturas más conocidas, Las Meninas.
Las Meninas: uno de los cuadros más geniales
y más misteriosos de la historia del arte

Se trata –no hay más que acercarse al Prado y contemplarla– de una de las mayores genialidades que el Hombre haya conseguido fabricar con pinceles. Representa una escena aparentemente cotidiana en palacio, durante el reinado de Felipe IV (que aparece en el cuadro, significativamente, detrás de todos, incluidos el propio pintor y otros criados, y reflejado en un espejo), pero su simbolismo va mucho más allá.
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Diversos expertos han puesto el acento, al referirse a Las Meninas, a supuestas coordenadas astronómicas que Velázquez podría haber utilizado al disponer a los personajes sobre el lienzo. Se habla de la constelación Corona Borealis, que puede dibujarse trazando líneas imaginarias entre los corazones o las cabezas de los protagonistas, y cuya estrella principal es Margarita Coronae, precisamente. Margarita como Margarita de Austria, figura central del cuadro.
La teoría viene reforzada por algunos estudios que aseguran que el pintor era aficionado a la astronomía. Su biblioteca, dice algún estudio, era rica y abundante en tratados científicos de diversa índole, entre los que destacaba la Suma Astrológica de Antonio Nájera. Se ha sabido, además, que el pintor poseía herramientas para poder ver las estrellas.
Otro aspecto enigmático de la obra es la utilización, para su composición, del número áureo, un elemento algebraico –utilizado antes que Velázquez por muchos pintores renacentistas–, con curiosas propiedades matemáticas.
Por último –y sólo para despertar la curiosidad de los amantes del misterio–, mencionar la copia de la obra que existe en Inglaterra, firmada por el propio Velázquez y de un tamaño más reducido que el original. Hay quien afirma que fue una copia para mostrar al rey antes de la ejecución del cuadro definitivo pero, teniendo en cuenta el simbolismo del cuadro, la enorme carga enigmática que esconde… ¿quién puede asegurar que el pintor quisiera reservarse para sí una parte del poder que pudiera tener su propia obra?
Que, por cierto, se salvó del incendio del antiguo Alcázar madrileño…


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miércoles, 20 de febrero de 2013

SANTA MARÍA DE MELQUE: ANTIQUÍSIMO MISTERIO ARQUITECTÓNICO




Treinta kilómetros al sur de la inmortal Toledo, en un paraje situado entre Gálvez y la Puebla de Montalbán, nos encontramos con uno de los misterios arquitectónicos más fascinantes de la Península Ibérica. Se trata de Santa María de Melque, un conjunto monástico de finales del periodo visigótico (siglo VIII), que trae, desde siempre, de cabeza a los investigadores.
Santa María de Melque, en la provincia de Toledo: uno de los más fascinantes
misterios arquitectónicos de la Península

Lo primero que llama la atención del conjunto es su ubicación. Al parecer, está fuera de cualquier ruta, algo que comparte con el cercano castillo de Montalbán. Se sabe, por las excavaciones que se han llevado a cabo en el entorno, que su antigüedad como lugar de culto se remonta a los celtíberos. Después pasaría a ser edificio romano, más tarde visigótico, y finalmente mozárabe.
Los templarios, que anduvieron cerca –el castillo de Montalbán–, son quizá responsables de la enorme red de galerías que discurren por sus subterráneos. Su simbología está por todo el edificio, comenzando por su nombre.
Aunque Melque parece provenir del árabe –haciendo alusión a cierto camino real–, es imposible no dejarse llevar por la tentación y pensar en Melquisedec –el mítico rey de Salem que mencionan los textos sagrados–, o en el dios fenicio Bal Melkart –a quien otros han querido ver venerado en la mítica Cueva de Hércules–. Lo que sí parece claro es que desde antiguo se veneró en el lugar a una virgen negra de ésas que por toda Europa fueron después agasajadas con inmensas catedrales.
Las leyendas, finalmente, vinculan este conjunto monástico con la Mesa de Salomón. Quién sabe si en alguna de esas galerías que van surgiendo con el tiempo, por las lluvias y el derrumbe de los techos, no aparecerá algún día la mítica tabla, portadora del conocimiento absoluto… 

miércoles, 13 de febrero de 2013

LAS PIRÁMIDES DE BOSNIA




En octubre de 2005, el investigador bosnio Semir Osmanagich sorprendía al mundo al descubrir la existencia de una gran pirámide en el corazón de Bosnia Herzegovina, a unos kilómetros de su capital, Sarajevo. Según sus cálculos, la pirámide, de 213 metros de altura, podría tener 14.000 años de antigüedad y estar rodeada de varias pirámides más pequeñas.
¿Pirámide imponente o un mero accidente geológico? La arqueología ayudará a desentrañar el misterio

La noticia, más que sorprendente, ha estado rodeada de polémica desde el principio. Para científicos y escépticos, la pirámide no es más que de una montaña con forma piramidal, un efecto óptico que se produce al mirarla desde un determinado ángulo. Una formación geológica curiosa, nada más. Para Osmanagich, sin embargo –cuyos estudios han sido apoyados desde el principio por el gobierno Bosnio– los hallazgos realizados en el entorno no dejan lugar a dudas: se trata de una pirámide comparable a las que pueden encontrarse en Egipto o Mesoamérica.
Incluso va más allá, y habla de la construcción como de una especie de catalizador o generador de energías cósmicas, tal y como se viene especulando desde hace años en torno a las pirámides que existen en todo el mundo.
En cualquier caso, parece ser que las excavaciones que se están llevando a cabo en el torno de la pirámide hablan de una civilización muy avanzada, capaz de erigir pirámides y de otros logros técnicos de cierta envergadura. Como esferas de piedra similares a las encontradas en Costa Rica o Méjico...
Todo está por ver, pues se trata aún de unos trabajos muy recientes. En arqueología, como en otras ramas de la ciencia, es necesario mucho tiempo y mucha paciencia para obtener resultados fiables. A veces, tras la grandilocuencia de los titulares no hay nada. Podría ser que no hubiera pirámide, y sí ganas de manipular el pasado –como ha ocurrido otras veces– a favor de la ideología. También podría ser lo contrario, y en ese caso, tendríamos que cambiar nuestra concepción del pasado.
¿Quién sabe lo que oculta el suelo que pisamos? A veces una simple montaña es algo más…

lunes, 11 de febrero de 2013

EL ENIGMA DE LAS ESFERAS DE COSTA RICA




Dice J.J. Benítez, y con razón, que es este uno de los misterios que más difícil se lo ha puesto a la arqueología. Se suele despachar como algo que meramente sirvió, en el pasado, para algún tipo de ritual religioso, pero son estos objetos tan impresionantes, tan extraños y llamativos, que la imaginación enseguida se dispara.

Las esferas de Costa Rica: uno de los mayores enigmas del pasado...


Hay constancia de ellas desde la llegada de los conquistadores. Las crónicas relatan la existencia de las esferas, aunque sin demasiada emoción. No fue hasta mucho más tarde, 1939, cuando comenzaron a investigarse seriamente.
Según los investigadores, es una pena que, desde su último descubrimiento, la mayoría hayan sido movidas de sus emplazamientos originales. Son muchos los que creen que en el alineamiento de estas esferas –de todos los tamaños, desde los diez, o los doce centímetros, hasta los tres metros de diámetro– hay un mensaje oculto. El mismo Benítez, tomando las teorías de algunos, habla de posibles mapas de navegación, que llevan desde la selva costarricense hasta lugares lejanos y místicos como la isla de Pascua o Asia Menor.
Es un enigma, y por tanto, habrá que dejar que la Arqueología haga su trabajo.
Sólo un apunte, tomado de Los anales sur americanos, de Pizarro: «Escuchéque los altos señores de este imperio [Perú] se reúnen cada cuatro años en elPaís de las Bolas, donde al parecer reciben consejos de grandes sabios». No se han encontrado esferas en Perú, pero sí en lugares como Méjico, Guatemala o Brasil... y otros tan lejanos como Bosnia, donde además, también, existen -aunque muchos no lo sepan-, pirámides.
¡Sí! ¡Pirámides en Europa!

jueves, 7 de febrero de 2013

AMÉRICA: EL CONTINENTE MÁS MISTERIOSO




Hasta no hace mucho, la ciencia trataba de explicar el origen de los americanos hablando de una migración procedente de Asia a través del estrecho de Bering. Era lo más lógico, teniendo en cuenta las pruebas. Aquel estrecho habría sido en su momento accesible a pie; en el adn de los pueblos del Nuevo Continente hay huellas de un pasado asiático... Todo, o casi todo, parecía ir en esa dirección. No había nada que discutir. ¿O sí?
El origen de los antiguos pobladores de América sigue siendo aún hoy un misterio.

La arqueología, enemiga de cerrazones y escepticismos, lleva un tiempo peleándose con esta teoría. Hay investigadores que hablan de pobladores ancestrales que ya andaban por allí antes de la presunta migración. Algunos plantean la posibilidad de una migración, también desde Asia, pero por el sur, esto es, por una supuesta placa de hielo que se habría extendido al norte de la Antártida… Pero esto es aún más difícil de creer.               
Otros, más osados, hablan de migraciones por mar.
Es una posibilidad que ha sido negada constantemente, pero que cada vez gana más fuerza. Ya hablamos en su día de Thor Heyerdahl, un verdadero empirista, se diga lo que se diga. Y de los olmecas, y sus cabezas –y otros objetos más pequeños pero igual de impresionantes– que representaban gente de aspecto africano. Hay un libro, de un tal Zecharia Sitchin, que ofrece una nueva posibilidad: en América hubo, antes de Colón, gentes procedentes de Oriente Medio.

Se trata del libro Los reinos perdidos, que ofrece numerosas pruebas para ilustrar esta idea. Tal y como se relata en él, existen en diversas culturas precolombinas representaciones plásticas –en glifos, estatuillas, jeroglíficos– de gentes que presentan rasgos semíticos. Gentes de barba abundante, de ropajes similares a los de los fenicios, que siempre o casi siempre son referidos como dioses, o de seres venidos de otros mundos. Que llegaron en un momento del pasado y luego se marcharon. Hay también elementos culturales en estas tradiciones americanas que, según Zecharia Sitchin, sólo encuentran explicación en alguna especie de contacto con tradiciones de fuera del continente. Determinados conocimientos astronómicos, matemáticos, y de leyendas, que coinciden asombrosamente con los que se dieron en Sumeria, Mesopotamia, o Egipto. Leyendas que aparecen reflejadas en la Biblia, por ejemplo, o determinados mitos demasiado coincidentes.
Por no hablar de las pirámides, claro, o de la costumbre de momificar a los muertos. Caín y Abel, el mito del Diluvio…
Parece haber demasiadas semejanzas; un mensaje oculto y enigmático que todavía necesita un empujón. El que le dé la Arqueología, futura protagonista de este interesante dilema.

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