Si pudiéramos hacer que las palabras, las letras, sonaran
como notas musicales, comenzaríamos esta entrada con la melodía inolvidable de
aquella película.
Vista de la Torre del Diablo, uno de los escenarios principales de la película, situada en Wyoming (EE.UU.) |
Esa melodía fue, sin lugar a dudas, una parte importante del
éxito del film; un accesorio indispensable que ha hecho que el producto, como
otros de Spielberg, no pierda vigencia con el paso de los años.
También la historia, claro, que, aunque simple –como buen artículo
de consumo de masas– tiene la fuerza suficiente como para atrapar al
espectador.
Es una simplificación, creemos, de todo lo que rodea al
mundo de la ufología. En ella apareceN el gobierno, las instituciones
internacionales, el ejército, los servicios secretos y, por supuesto, los
científicos. Frente a ellos, a su metodología rigurosa y sus imponentes medios,
se sitúa la masa de creyentes, de iluminados, que esperan desde hace años la
llegada del acontecimiento.
En medio de todos, tenemos a los protagonistas. Richard
Dreyfuss, en un papel inolvidable, interpreta al americano medio, padre de
familia que, de pronto, se ve inmerso en esta historia, rayana entre la
obsesión y la enfermedad mental, que rompe de un plumazo su vida normal y
anodina. Aquellas luces no le dejarán seguir como hasta entonces, y es que, ¿quién
sería capaz de hacerlo?
Nuestra cultura racionalista, nos dice la película, no nos permite ese tipo de
lujos. Tenemos que amoldarnos a lo oficial, a lo que dictan las instituciones, la ciencia, los gobiernos, los científicos, el ejército, incluso (aunque, visto desde fuera pueda parecer ridículo, casi imposible), lo que dictan las religiones. Dentro de ellas, todo está permitido. Fuera de sus catecismos, de sus libros sagrados y demás, todo son cosas ridículas.
Se nos permite creer en milagros, pero no en visitas de seres procedentes de algún punto de un Universo infinito, que apenas conocemos.
Pero en fin.
Las cosas, pese a todo, están sucediendo. Estos días vemos cómo el
espionaje de EE.UU. a través del ciberespacio es una realidad, no un cuento de
conspiranoicos. Quizá los OVNIS sean algo más que fantasías de gentes ocupadas.
Quizá los creyentes tengan razón y quizá, como en la película, los raros, los
excéntricos y alelados, seamos el resto.
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