jueves, 20 de junio de 2013

LOS RAÍLES PETRIFICADOS DE MALTA



El pequeño archipiélago de Malta es un lugar árido y pedregoso situado entre Italia y el norte de África, en mitad del mar Mediterráneo. Su posición estratégica ha hecho que, a lo largo de su historia, pueblos de todo tipo se interesaran por poblar su superficie, construir fuertes y castillos y dominar sus puertos.
Pese a su reducido tamaño, es un lugar repleto de misterios.
¿Con qué fin construyeron los antiguos pobladores de Malta
estos extraños y enigmáticos surcos?

No ya sólo por la misteriosa orden de caballeros guerreros que le da nombre –y que daría para muchos artículos–, sino también por algunos de sus monumentos prehistóricos, considerados por los expertos como de los más interesantes y enigmáticos del pasado.
De entre ellos, llaman nuestra atención los conocidos como “Cart-ruts”, nombre con el que los lugareños designan a unos extraños surcos que recorren la superficie de varias islas del archipiélago, extendiéndose incluso hasta más allá de las orillas, hacia el fondo marino…
A primera vista, recuerdan a las señales dejadas en el barro por las ruedas de un carro. Es, precisamente, la explicación que trata de darles la Arqueología oficial, incapaz de hallar otra respuesta.
El hecho de que las señales marquen precisamente caminos que conectan con las principales canteras de cada isla, ha hecho pensar a algunos investigadores en otras soluciones que, aunque aparentemente fantasiosas, resultan mucho más convincentes.
Para Von Däniken, el famoso investigador y teórico del pasado alienígena de la Humanidad, los “Cart- rots” formarían parte de una red de raíles que los antepasados de los malteses habrían utilizado para transportar las enormes piedras que forman parte de los gigantescos monumentos megalíticos que existen en estas islas. Monumentos espectaculares, que aún hoy siguen en pie, y que dan testimonio de una civilización antigua pero asombrosamente desarrollada tecnológicamente
¿Una prueba más de esa Atlántida aún no localizada pero incuestionable? ¿O un nuevo testimonio, simplemente, de la Edad de Oro a la que tantos yacimientos arqueológicos parecen apuntar?

Desde luego, parece que, en el futuro, los amantes de las civilizaciones perdidas no nos aburriremos…

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